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Arte y Educación
Colección dirigida por Roser Juan ola
Títulos publicados:
1. A. D. Efland - Una historia de la educación del arte
2. J. Matthews - El arte de la infancia y la adolescencia
3. P. Parini - Los recorridos de la mirada
4. M. J. Parsons - Cómo entendemos el arte
5. F. Graeme Chalmers - Arte, educación y diversidad cultural
6. N. Mirzoeff - Una introducción a la cultura visual
7. A. D. Efland, K. Freedman y P. Stuhr - La educación en el arte posmoderno
Arthur D. Efland, Kerry Freedman
y Patricia Stuhr
La educación en el arte
posmoderno
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Título original: Postmodern Art Education
Publicado en inglés, en 1996, por The National Art Education Association,
Virginia, EE. UU.
Traducción de Lucas Vermal
Cubierta de Mario Eskenazi
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra porcualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografla y el tratamiento informático,y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
© 1996 The National Art Education Association
© 2003 de la traducción, Lucas Vermal
© 2003 de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona,v Editorial Paidós, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
http://www.paidos.com
ISBN: 84-493-1422-4
Depósito legal: B-16.112/2003
Impreso en Gráfiques 92, S.A.
Avda. Can Sucarrats , 91 - 08191 Rubí (Barcelona)
Impreso en España - Printed in Spain
Sumario
CAPÍTULO 1. PROBLEMAS CURRICULARES A FINALES DE SIGLO:
EDUCACIÓN DEL ARTE Y POSMODERNIDAD 13
El ocaso de la modernidad 13
La influencia del pensamiento moderno en la educacióndel arte 16Objetivo del libro 18Plan del libro 19Hacia una definición de la modernidad 20Características de la modernidad 20Características de la posmodernidad 29
La cuestión del multiculturalismo 32¿Por qué es la posmodernidad una cuestiónmulticultural? 33
Preguntas fundamentales 36
CAPÍTULO 2. TEORÍA POSMODERNA: CAMBIAR CONCEPCIONES
DEL ARTE, LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN 39
Modernidad cultural y estética 39El auge de la epistemología moderna 40La concepción moderna de localización 41La relación del individuo con la sociedad 42El concepto de salud psicológica 43
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La educación en el arte posmo dern o 8
Nuevas cuestiones y prácticas en la teoría socialy cultural 44
La epistemología: el problema del conocimiento . . . . 45La cuestión de la representación 46Localización: concepciones del tiempo y del espacio . . 48
La identidad en la sociedad y la cultura 51La psicología como construcción del Yo 54
¿Qué es la teoría posmoderna? 56El arte posmoderno 59Compendio de ideas y principales característicasdel arte posmoderno 70
Posmodernidad y educación 76La crítica moderna de la educación del arte 86Un ejemplo posmoderno: los gráficos informáticosen la clase de arte 92
CAPÍTULO 3. VISIONES DEL PROGRESO EN LA EDUCACIÓN
DEL ARTE DEL SIGLO xx 99
Introducción 99Progreso, cambios de paradigma y modernidad 101
Cambios de paradigma en la educación del arte . . . . 103Los cambios de paradigma en el arte moderno 104Elementos del diseño en las pedagogíasde la modernidad 105La expresión creativa del yo: la segunda pedagogía
de la modernidad 108El arte en la vida cotidiana y la modernidad 111La orientación hacia las disciplinas y la modernidad . . 114
El futuro de la educación del arte 119La actual crisis del currículo 121La construcción de la realidad: la finalidadde la educación del arte 124
9 Sumario
CAPÍTULO 4. LA EDUCACIÓN DEL ARTE MULTICULTURAL
EN RELACIÓN CON LA MODERNIDAD Y LA POSMODERNIDAD . 13 1
Introducción 131El multiculturalismo 135
El enfoque pedagógico basado en los casos especialesy de diferencia cultural 136El enfoque pedagógico basado en las relacioneshumanas 138El enfoque pedagógico basado en el estudio de un gruposingular 140El enfoque pedagógico basado en la educaciónmulticultural 141Una pedagogía a la vez multicultural y de reconstrucciónsocial 143
Conexiones de los enfoques multiculturales con
la modernidad y la posmodernidad 147La enseñanza de la diferencia cultural en relacióncon la modernidad y la posmodernidad 147El enfoque basado en las relaciones humanas en relacióncon la modernidad y la posmodernidad 150Los estudios de un grupo singular en relacióncon la modernidad y la posmodernidad 151El enfoque pedagógico basado en la educación multicultural en relación con la modernidad y la posmodernidad . 152La pedagogía multicultural y de reconstrucción social
en relación con la modernidad y la posmodernidad . . 153Conclusión 155
CAPÍTULO 5. CARACTERÍSTICAS DEL CURRÍCULO DE ARTE
POSMODERNO 157
Pequeños relatos en lugar de metarrelatos 159Relatos históricos 159Los pequeños relatos como modelo paralos currículos 165
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La educac ión en el arte pos mod ern o 10
La relación del poder con el saber 167La arquitectura y la crítica arquitectónica comouna cuestión de poder-saber 169La cultura popular como una cuestión de poder-saber . 170Las artesanías como cuestión de poder-saber 171
El elitismo como constructo de poder-saber 172La cultura dominante versus la marginada 174El lenguaje como una cuestión de poder-saber 174
La idea de deconstrucción 177La deconstrucción como un tema del currículo . . . . 181
El arte como forma cultural doblemente codificada . . . 183La doble codificación como principio curricular . . . . 184
Resumen y conclusiones 188
CAPÍTULO 6. Los CONCEPTOS POSMODERNOS EN EL AULA . . 191
La importancia de cuestionar: lecturas múltiples,conflicto conceptual 196
Lección 1: transformación de edredones amishpor ordenador 197
Conceptos posmodernos 198Desarrollo de la lección 203Fuentes para esta lección 205
Lección 2: enviar ideas: las tarjetas postales comometáfora posmoderna 206
Conceptos posmodernos 208
Desarrollo de la lección 208Lección 3: el juicio de TiltedArc, de Richard Serra . . . . 210
Conceptos posmodernos 211Desarrollo de la lección 211Fuentes para esta lección 214
Lección 4: representación de mensajes 214Conceptos posmodernos 215Desarrollo de la lección 216Fuentes para esta lección 218
11 o. bumario
Lección 5: lecturas de una reunión indígenanorteamericana 219
Conceptos posmodernos 220Desarrollo de la lección 221
Conclusión 225
Referencias bibliográficas 227
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Capítulo 1
Problemas curriculares a f inales de siglo:educación del arte y posmodernidad
E l o c a s o d e l a m o d e r n i d a d
En la década de 1980, el debate sobre los currículos en educa
ción del arte estaba centrado en los pros y los contras de la educación
artística basada en las disciplinas ( d i s c i p l i n e - b a s e d art education,
DBAE). Los educadores de arte discutían las repercusiones quetraería consigo la inclusión de la estética, la historia del arte y la
crítica de arte en la enseñanza en clase. En ese debate no parecía
existir una percepción clara de las espinosas cuestiones críticas
que empezaban a perfilarse en el seno de esas disciplinas. Ciertas
ideas imperantes en el arte moderno desde sus inicios, a fines del
siglo xix, empezaban a ponerse en tela de juicio. Dentro de la
controversia, algunos teóricos consideraban que el arte de la mo
dernidad se había convertido en el estilo academicista de la épo
ca y de la corriente dominante del establishmcnt cultural nortea
mericano, del mismo modo que el estilo academicista francés sehabía convertido a fines del siglo anterior en el arte de las clases
altas francesas. Otros teóricos sostenían que la modernidad, en su
doble acepción de fenómeno artístico y período de la cultura oc
cidental, había desembocado en una cultura posmoderna.
Varios indicios avalan la hipótesis de que hemos entrado
en una nueva época cultural. Uno de ellos es el hecho de que la
http://_discipline-based/http://_discipline-based/http://_discipline-based/
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sucesión de nuevos estilos, la larga serie de «ismos», desde el
impresionismo y el cubismo hasta el expresionismo abstracto y
el minimalismo, que solía interpretarse como una prueba del
avance progresivo del arte, está siendo cuestionada por historia
dores y críticos. Éstos se preguntan con creciente insistencia si la
búsqueda insaciable de lo nuevo como valor supone realmenteprogreso alguno. Además, esta corriente crítica va ganando in
fluencia en una época en la que la comunidad de artistas profe
sionales parece dominada por una sensación de agotamiento es
tilístico.
Por si quedara alguna duda de si ese proceso de dislocación y
cambio cultural es real y, en caso de serlo, de si es lo bastante im
portante como para merecer nuestra atención, considérese la des
cripción que hizo Kim Levin (1979) de la comunidad de artistas
profesionales a finales de la década de 1970:
Había ocurrido algo, algo tan importante que fue ignoradocon incredulidad: la modernidad se había quedado sin estilo. Incluso parecía que la idea misma de estilo se hubiese desgastado,pero sucedía que el estilo —la invención de conjuntos de formas— era precisamente una inquietud propia de la modernidad,al igual que la originalidad. La tradición de lo Nuevo, la llamó Ha-rold Rosenberg. A principios de los años setenta los críticos y artistas modernos prodigaban predicciones funestas acerca de lamuerte del arte. Pero en ese momento era obvio que lo que se terminaba no era el arte sino una época... Estamos asistiendo al he
cho de que en los últimos diez años el arte moderno se ha convertido en el estilo de una época, un fenómeno histórico.
Para Suzy Gablick (1984), había en juego mucho más que un
cambio de estilo, ya que el cambio mismo es una caracter ística es
pecífica de la modernidad. En medio de su frenética actividad, la
comunidad de artistas profesionales entró en un período de inde
finición respecto a sus aspir aciones:
15 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
El abrumador espectáculo del arte actual ha llegado al extremo de confundir no sólo al público sino también a los profesionales y estudiantes, para quienes la falta de criterios consensúalesclaros, que sienten las bases de una praxis común, ha conducido aun pluralismo impenetrable de enfoques que compiten entre sí
(pág. 14).
Desde la perspectiva de Gablick, la modernidad histórica
propugnó un arte autónomo cuyos valores estéticos eran conside
rados como fines en sí. El destino de la modernidad era visto
como una cruzada para generar nuevos valores sociales y espiri
tuales en un mundo cada vez más dominado por el materialismo.
Los artistas, como parte de la vanguardia, estaban totalmente de
dicados a esta misión. Los primeros representantes de la moder
nidad se esforzaban en mantener una visión pura de la verdad, por
lo que se alejaron del mundo social. Incapaces de encontrar algúnsentido en el mundo de finales del siglo xi x y principios del siglo xx ,
decidieron buscarlo en su interior, e inauguraron de ese modo la
postura del «arte por el arte». Gablick describe este fenóme
no como «una respuesta necesaria a una realidad social que
[ellos, como artistas] ya no podían hacer suya» (pág. 21). El re
pliegue en la expresión del yo y la consiguiente proliferación de
nuevas formas frustró la posibilidad de un estilo unificado. Du
rante los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, artistas como Pollock o De Kooning podían aún rei
vindicar el legado espiritual de los primeros exponentes de lamodernidad artística como Kandinski y Malevich; pero a partir
de los años sesenta, de acuerdo con Gablick, la situación había
empezado a cambiar.
Los artistas de la modernidad tardía, como los integrantes del
círculo del célebre crítico de arte Clement Greenberg, entre los
que se encontraban Helen Frankenthaler, Morris Louis y Jules
Olitski, sostenían que el arte no posee ninguna finalidad elevada
o trascendent e, sea social o espiritual. El significado del arte que-
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dó reducido a la estética formal. Gablick concluye que «el verda
dero problema de la modernidad ha resultado ser el problema de
la fe: la pérdida de la fe en cualquier sistema de valores más allá
del yo» (págs. 29 -30). Al abandonar su misión social o espiritual,
la comunidad de artistas profesionales redujo el arte al rango de
una mercancía que se ofrece en el mercado y, ciertamente, el arteelevado ha logrado un enorme éxito comercial.
Si Levin y Gablick escriben como críticos e historiadores so
bre la manifiesta pérdida de rumbo de la modernidad, Arthur
Danto hace lo propio desde el campo de la filosofía estética. En la
introducción a un reciente libro de ensayos (1990) señala:
[A] mediados de los años sesenta tuvo lugar una profunda revolución en la historia del arte; tan profunda que, de hecho, nohubiera sido exagerado decir que el arte, tal y como había sido en
tendido históricamente, había llegado a su fin a lo largo de esa década tumultuosa (pág. 6).
L A I N F L U E N C I A D E L P E N S A M I E N T O M O D E R N O E N L A E D U C A C I Ó N D EL A R T E
Por más que la modernidad como movimiento estético pase por
una fase de transformación, o se acerque posiblemente a su fin,
¿por qué debería eso afectar a los profesores de arte? Una razón
es que muchas de las prácticas empleadas hoy en día por los pro
fesores de arte, si no la mayoría, están basadas en concepcionesmodernas del arte. Es habitual, por ejemplo, que los profesores
de arte evalúen las aptitudes de sus alumnos según el grado de
originalidad o creatividad que hayan demostrado en sus trabajos
de clase. El alto valor otorgado a la originalidad y a la expresión
del yo empezó a imponerse con el surgimiento de la psicología
como disciplina profesional y fue justificado en el terreno de las
artes por las modernas teorías del expresionismo. El expresionis
mo distingue a las obras de arte de cualesquiera otros objetos por
17 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
su condición de creaciones de artistas con vocación expresiva. La
originalidad se refiere a un tipo de producción que es a la vez in
novadora y única. La expresión creativa del yo se convirtió en una
importante filosofía que desde la década de 1920 ha inspirado a
muchos profesores de arte. En épocas premodernas el principal
indicador del talento hubiese sido la habilidad de los estudiantespara representar con precisión y destreza el mundo natural me
diante imágenes realistas. Desde una perspectiva moderna, mere
cerían ser premiados los estudiantes que parecieran capaces de
aprehender sus propios estados emocionales y revelarlos a través
de figuraciones abstractas. Como se verá en el próximo capítulo,
muchos artistas posmodernos se apropian de imágenes y formas
de épocas y lugares distintos, incorporan elementos de represen
tación a su obra, y a menudo mensajes socialmente comprometi
dos. Acaso sea necesario reconsiderar, por tanto, el valor atribui
do a la originalidad y la expresión personal del yo para resaltar lasdiferencias entre ambas filosofías artísticas.
Un segundo ejemplo del legado de la modernidad en la ense
ñanza del arte está en el mantenimiento de la práctica de presen
tar elementos y principios del diseño como base para la produc
ción didáctica y la crítica de arte. En lo tocante a la enseñanza, la
primacía de estas características formales del arte se remonta a
principios del siglo xx. Desde una perspectiva formalista, la co
herencia y la fuerza de la forma son la principal fuente de su valor
estético cuando juzgamos una obra de arte. Este planteamiento
tenía todo su sentido en las primeras décadas de este siglo, cuando los estilos artísticos abstracto y no objetivo daban sus prime
ros pasos, pero seguir insistiendo en ellos parece menos justifica
do hoy en día. Los artistas y críticos contemporáneos son más
bien propensos a crear e interpretar las obras desde el contexto
cultural espacial y temporal de su creación. En la actual idad, mu
chos artistas ponen en duda que se deba prestar tanta atención a
elementos y principios del diseño. En cu alquier caso, los aspectos
formales parecen destinados a perder importancia respecto a la
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época en la que acabar con la concepción de la obra de arte como
representación de la naturaleza era una preocupación de primer
orden para los artistas.
La adopción de estas pedagogías estaba justificada cuando la
tendencia moderna era predominante en el desarrollo del arte oc
cidental, y tenía sentido dejar de lado los métodos de enseñanzapremodernos para reemplazarlos por enfoques afines a los princi
pios artísticos modernos. Pero ahora, cuando la modernidad mis
ma está siendo cuestionada, ¿podemos esperar que cambien tam
bién los actuales métodos de enseñanza? Y si así fuera, ¿cuáles
deberían sustituirlos? ¿Hasta qué punto resultaría viable un enfo
que posmoderno del arte aplicado a escolares, probablemente
ajenos al arte moderno, por no hablar del posmoderno? Estas son
algunas de las cuestiones fundamentales que plantearemos.
OB J E T I VO DE L L IB R O
El objetivo general de este libro es investigar las implic aciones de la
filosofía posmoderna como problema curricular. Para ello, es pre
ciso examinar ciertos problemas clave. La primera tarea consiste en
contextualizar varias prácticas actuales dentro del marco de la mo
dernidad. De ese modo pretendemos evidenciar las limitaciones de
ese marco para interpretar las tendencias artísticas recientes.
La segunda tarea consistirá en pasar revista a las teorías de la
posmodernidad y sus orígenes sociales y culturales a través de losescritos de teóricos sociales y críticos europeos y norteamerica
nos. Este examen describirá cómo y por qué han ganado predica
mento las ideas posmodernas en las humanidades, las ciencias so
ciales, la historia del arte y en el discurso actual de los educadores
profesionales.
La tercera tarea es explorar las conexiones entre los enfoques
multiculturales del currículo y las problemáticas posmodernas.
Trataremos de ver en qué medida diferentes visiones del conteni-
19 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
do de un currículo multicultural reflejan una concepción moder
na o posmoderna del pluralismo.
La cuarta tarea es identificar algunas características importan
tes del currículo posmoderno e indicar posibles consecuencias
prácticas. Esto se hará aportando ejemplos de actividades artísti
cas que ilustran cómo profesores y estudiantes tratan de afrontarestas problemáticas.
PL AN DE L L IB R O
En el resto de este capítulo se examinarán las principales caracte
rísticas de la modernidad. Estas han prevalecido dura nte la mayor
parte de este siglo y ahora están siendo cuestionadas. El siguiente
capítulo revisa pormenorizadamente la posmodernidad, prestan
do especial atención a la diversidad de opiniones contrapuestas.La descripción de David Harvey (1989) de la posmodernidad
«como un campo de minas de nociones contrapuestas» refleja
fielmente el ámbito de la posmodernidad. Evaluaremos la situa
ción en la que se hallaba la educación artística tomando en consi
deración los currículos que se popularizaron a lo largo de esa épo
ca moderna. Se identificarán cuatro paradigmas modernos que
marcaron las prácticas de la enseñanza artística a lo largo del si
glo xx. Éstos no se entienden como los eslabones sucesivos de un
desarrollo progresivo sino como repuestas pedagógicas a necesi
dades y condiciones específicas de orden social y cultural.En el capítulo cuarto examinaremos los problemas multicul
turales en la educación artística, haci endo especial hincapi é en las
diferentes concepciones del multiculturalismo. Aunque las pro
blemáticas del multiculturalismo y la posmodernidad están cier
tamente ligadas no son idénticas. Se presentarán algunas de estas
concepciones divergentes de los currículos multiculturales, espe
cificando sus diferencias en cuanto a quienes las proponen, sus
objetivos y las audiencias a las que van dirigidas.
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En el capítulo quinto debatimos acerca de algunas caracte
rísticas de un currículo posmoderno, señalando ejemplos de cues
tiones de contenido que debería tener en cuenta. El último capítu
lo contiene una serie de retratos de clase que ilustran las actividades
de un currículo posmoderno.
H A C I A U N A D E F I N I C I ÓN D E L A M O D E R N I D A D
En esta sección se discuten las características de la modernidad a
fin de distinguirla claramente de la posmodernidad. Las caracte
rísticas de la posmodernidad se discuten en el siguiente capítulo.
No todos los observadores contemporáneos reconocen ni acep
tan necesariamente los rasgos que hemos usado para diferenciar
ambas tendencias. Además, la transición de lo moderno a lo pos
moderno no tiene lugar en todos los ámbitos a la misma velocidad. En el segundo capítulo (pág. 77) un cuadro resume y con
trasta estas características para poner de relieve sus principales
diferencias. Hay que advertir al lector de que resulta conceptual-
mente peligroso trazar una línea de demarcación demasiado cla
ra, ya que estos dos ámbitos de fenómenos culturales se superpo
nen considerablemente. Está además la dificultad añadida de que
muchos autores interpretan la posmodernidad como una fase tar
día de la modernidad. Los cambios en el paisaje cultural moder
no y la irrupción de la posmodernidad constituyen para muchos
un factor de desconcierto.
C A R A C T E R Í S T I C A S D E L A M O D E R N I D A D
El término moderno significa «perteneciente a, o característica de
un período reciente o actual» (Th e american Heritage Dictionary,
pág. 806). Se ha empleado para identificar el auge de un nuevo es
tilo en las artes: un estilo que repudiaba todos los estilos que lo
21 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
precedían. En filosofía, la fecha más temprana que se ha fijado
para el inicio de la época moderna es el Renacimiento, pero lo
más usual es identificar ese inicio con las concepciones racionalis
tas que aparecieron o se desarrollaron a lo largo de los siglos xvn
y xvm, período que conocemos como la Ilustración. El concepto
de modernidad depende fundamentalmente de la creencia en eluso de la razón y el conocimiento científico como artífices de todo
progreso posible. Desde esta perspectiva, el verdadero conoci
miento permite al hombre extender su dominio sobre la naturale
za y nos provee de abundancia material. La disciplina de la histo
ria nos construye el relato de este desarrollo, una narración que
glosa típicamente el progreso de la civilización.
La modernidad también piensa en términos de utopías racio
nales cre adas media nte una ingeniería social o la planificación de
un ordenamiento social ideal. La modernidad, ya sea en el ámbi
to de la planificación social, el arte o la educación, está orientadahacia el futuro: el futuro se representa invariablemente como una
época mejor que el presente. Uno de los indicios que se señalan
como prueba de esta transición a la posmodernidad es que las re
presentaciones actuales del futuro rara vez pintan las cosas mejor
de lo que son en el presente. Rose lo expresó crípticamente di
ciendo que «el futuro ya no es lo que era» (1991, pág. 169).
La modernidad también reviste connotaciones negativas. La
tecnología, por ejemplo, es usada a menudo para representar la
otra cara de lo moderno. Se pueden encontrar otros ejemplos en
las críticas a los proyectos de renovación urbanística de los añossesenta: industrialización, alienación, degradación de la vida ur
bana contemporánea, pérdida de la comunidad, calentamiento
global y otras tragedias. Preocupado por captar la esencia de la
experiencia moderna, el crítico social y urbano Marshall Berman
(1988) escribió:
Ser moderno es encontrarse en un entorno que nos prometeaventura, poder, alegr ía, crecimiento, transformación de uno mis-
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mo y del mundo; y que al, mismo tiempo, amenaza con destruirtodo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos.Los entornos y experiencias modernos cancelan los límites geográficos y étnicos, de clase y nacionalidad, religión e ideología: eneste sentido puede decirse de la modernidad que une a la huma
nidad. Pero la suya es una unidad paradójica, una unión de la desunión: nos precipita en un torbellino de perpetua desintegracióny renovación, de luchas y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser moderno es formar parte de un universo en el que, comodecía Marx, «todo lo sólido se desvanece en el aire» (pág. 36).
La modernidad «no respeta ni siquiera su propio pasado»
(Harvey, 1989, pág. 11). Intenta romper con toda condición his
tórica previa. Así es que cuando se proclama un nuevo estilo ar
tístico, todos sus antecedentes históricos son abandonados como
passé o desechados peyorativamente como «historia». La modernidad también está sujeta a «rupturas y fragmentaciones inter
nas » (pág. 12). Harvey apunta que la vanguardi a ha desempe ñado
en general un papel importante en el avance de la modernidad,
«al interrumpir cualquier sentido de continuidad con sus ruptu
ras, recupe raciones y represiones» (pág. 12). Algunos podrían en
contrar audaz, aunque desconcertante, esta forma de caracterizar
la modernidad.
Ciertos críticos de arquitectura como Charles Jencks (1987)
tiende n a poner de relieve estos aspectos negativos seña lando, por
ejemplo, la monotonía de los entornos arquitectónicos de la modernidad. En esa medida, valoran el advenimiento de la arquitec
tura posmoderna como una reacción saludable. También cabría
considerar que la modernidad, en su afán de subordinar las par
tes al todo, incurre en una suerte de totalitarismo estilístico.
La modernidad en el currículo. Retrospectivamente se conside
ra que las reformas curriculares de principios de los años sesenta
guardaban cierta semejanza con los planes de renovación urbana
de esa misma época. Ambos estaban espiritualmente vinculados a
23 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
la modernidad en varios sentidos. En primer lugar, se basaban
en la premisa de que lo nuevo es una reforma progresiva de prác
ticas del pasado. En segundo lugar, cultivaban una racionalidad
disciplinaria y para ello utilizaban a expertos (diseñadores urba
nos, especialistas en la materia) con el fin de diseñar viviendas
para los pobres en las ciudades o currículos «a prueba de profesores». Por último, c ompartían la insistencia en la estandarización
como mecanismo de progreso, ya fuera en el ámbito de los planes
de explotación de terrenos, de los proyectos de construcción de
viviendas para diversos niveles de ingresos o en la estructuración
de los temarios escolares.
La tendencia a enseñar el arte como una disciplina también
empezó en la década de 1960. Los enfoques basados en las disci
plinas de hoy en día tienen su origen histórico en las iniciativas de
aquella época y a menudo acusan el peso de esa herencia. No re
sulta sorprendente que los detractores de la DBAE le reprochendefectos como su «racionalidad tecnocrática» (Hamblen, 1989).
En la historia de la enseñanza del arte se han sucedido movi
mientos proclives a la estabil idad, el control racional y la estanda
rización, y otros que tendían a la fragmentación y lo efímero. Es
tas características opuestas pueden encontrarse en diferentes
propuestas curriculares de la modernidad. Los currículos que
promovían la expresión creativa, en la línea de Herbert Read y
Viktor Lowenfeld, se orientaba n hacia lo efímero; mientras que el
rigor académico defendido por Barkan y el primer Eisner postu
laban estabilidad, control racional y estandarización. La idea de progreso. La modernidad histórica se funda en la
creencia de que la cultura y la sociedad tienen un desarrollo pro
gresivo y evolutivo basado en el avance de la ciencia y el ejercicio
de la razón humana. A finales del siglo xix, la noción de progreso
estaba avalada científicamente por la teoría de la evolución de
Darwin. Algunos llegaron a usar la noción darwiniana de «super
vivencia de los más aptos» para justificar las prácticas competiti
vas y elitistas del capitalismo de la época, lo que dio lugar a la
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creación de la doctrina conocida como darwinismo social. Sin
embargo, el darwinismo social no era una teoría científica sino
una ideología abie rtamente favorable a las clases dominantes de la
época.
La comunidad de artistas profesionales también se hizo eco
de estas ideas modernas de progreso, de acuerdo con el supues
to de que cada nueva generación de artistas logra avances en el po
tencial expresivo de sus respectivos medios artísticos. A partir de
fines del siglo xix, el progreso del arte se identificó con el recha
zo de las convenciones de representación asociadas al arte acade-
micista de los siglos anteriores. Las convenciones tradicionales
del arte fueron abandonadas, a finales del siglo xix, cuando los
artistas empezaron a ver en la academia un obstáculo para su ori
ginalidad, que pasó a considerarse como el principio mismo del
progreso artístico.
El crítico de arte británico Roger Fry escribió en una época enla que la teoría de Darwin ya había alcanzado un alto grado de
aceptación. Si logró convencer a los profesionales de su época
de la validez del arte abstracto y de su superioridad sobre las for
mas artísticas precedentes, fue precisamente porque su público
ya había interiorizado la noción de progreso como un principio
rector de la evolución de la cultura humana. Al aludir al principio
del progreso artístico pudo presentar los diseños compositivos
como un avance estético.
Hoy la gente se muestra menos segura de que el arte nuevo sea
realmente superior al de ayer. Quizá la proliferación de estilos individualistas y abstractos se saldara en último término con un ale
jamien to del púb lic o y la consiguiente pérdi da de cont enidos
compartidos socialmente. En efecto, se impuso la convicción de
que los artistas no eran gente «de su tiempo» sino que iban «por
delante» de él; de que estaban construyendo el arte del futuro y
de que algún día llegaría su hora, aunque como ha señalado Ga-
blick:
25 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
El arte moderno siempre ha suscitado en el público en sentidoamplio una sensación de debilitamiento de lo artesanal, de pérdida de encanto, de fraude o engaño. [...] Una de las característicasmás inquietantes del arte moderno es precisamente la sospecha defraude que, desde sus inicios, ha llevado como soga al cuello.
La vanguardia. La idea de progreso guarda estrecha relación
con la idea afín de que el avance cultural es obra de una élite ar
tística e intelectual, una vanguardia productora de nuevas formas
sociales o estilos de vida, así como de nuevas formas de arte. Su
papel cultural consistía en elaborar nuevas formas de realidad
que permitieran la realización del progreso. Estas formas innova
doras debían desafiar las creencias y supuestos del público. Se es
peraba, por tanto, que, tras un momento inicial de incomprensión
ante las nuevas ideas y el nuevo arte, el público se volviera paula
tinamente receptivo a esos avances. La presencia de formas dearte avanzadas supuestamente fuera del alcance del gran público
brindó a muchos profesores su razón de ser: enseñar para colmar
el foso abierto entre el público y la vanguardia.
Mo de lo s estéticos modernos . El debate sobre la modernidad
tiende a privilegiar dos modelos estéticos: el formalismo y el ex
presionismo. La posición formalista fue definida a principios del
siglo xx por Bell (1914) y Fry (1925). En cuanto a las teorías ex
presionistas, fueron expuestas por Croce (1913/1922) y Colling-
wood (1938). Ambas concepciones aparecen asimismo en los tex
tos críticos de Greensberg y Rosenberg a favor del expresionismoabstracto tras la Segunda Guerra Mundial. El apoyo de Greens
berg (1961) «se basaba en una concepción evolucionista, progre
sista del formalismo» (Freedman, 1989, pág. 222). Conside raba la
eliminación del contenido como un avance en la historia del arte.
En su descripción del arte, éste aparecía «asediado por la cultura
de masas», por lo que necesitaba una reforma que girara en torno
a «esos valores que sólo se pueden dar en el arte». «El contenido
I debía] ser disuelto tan completamente en la forma que la obra de
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La educación en el arte posmoderno 2 6
arte o literaria no pudiera ser reducida ni parcial ni completa
mente a nada que no fuera ella misma, [...] la materia o el conte
nido se convierten en algo que hay que erradicar como una plaga »
(Burgin, 1986, pág. 11). En la perspectiva de Greensberg, como
en la de sus predecesores formalistas, el progreso estilístico se
consideraba idéntico a la búsqueda de la pureza. Sus interpretaciones y juicios acerca de las obras de tantos artistas también fue
ron hechos desde la idea de progreso y reflejan fielmente su insis
tencia en la «inevi table llanura de la superficie [... ]» (pág. 14).
Rosenberg también tomó partido por el movimiento pictórico
del expresionismo abstracto pero tendía a equipararlo con el exis-
tencialismo que dominaba el panorama intelectual de la posgue
rra. Sin embargo, no se trata de decidir cuál de estas doctrinas
explica mejor el estilo del expresionismo abstracto sino de desta
car el hecho de que ambas ofrecían un sostén crítico a la pintura
americana de posguerra en el marco de una concepción progresiva de la historia del arte.
Primitivismo. A finales del siglo xix la emergencia del llama
do arte «primitivo» se percibía como un nuevo comienzo artísti
co. El arte moderno, un arte esencialmente nuevo, era equipara
do a menudo con el primitivismo. No es pues casual que pintores
modernos como Klee o Picasso hicieran uso de motivos prove
nientes de otras culturas o del arte de los niños. El influjo del pri
mitivismo sobre el arte moderno puede relacionarse con el colo
nialismo de los poderes dominantes europeos y americanos del
siglo xix. Las grandes colecciones de artefactos «primitivos» quereunieron los museos etnográficos pudieron influir así sobré ar
tistas como Picasso o Klee. El arte primitivo estaba en auge y cul-
turalmente era un arte joven y por eso mismo vital, mientras que
el viejo arte de las academias europeas parecía una tradición mo
ribunda que llegaba al final de su recorrido histórico.
La educación del arte en sentido moderno surgió unida al
«descubrimiento» del arte infantil, que se consideró como una for
ma peculiar de arte primitivo, especialmente en las clases de arte
27 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
juve niles de Franz Cizek. Es posibl e que los profesores de hoy en
día ignoren por completo el significado que tuvo ese arte infantil
en las mentes de sus primeros impulsores. Quizá continúen en
tonces alentando la libre expresión del yo sin tomar conciencia
del origen de esas ideas y de la relevancia que tuvieron esas prác
ticas en la hora y el lugar en los que se originaron. Abstracción El arte de la moderni dad temprana tomó rápida
mente el camino de una creciente abstracción, hasta convertirse
en la búsqueda de puras relaciones formales capaces de evocar la
experiencia estética. Esta búsqueda de pureza se concebía como
un rechazo a la cultura materialista que había generado el mundo
industrial. En ese contexto el formalismo se presentaba como una
vía para reformar el arte. También se había convertido en el fun
damento de una estética presuntamente universal, común deno
minador de cualquier arte del mundo. Se puede apreciar esta ten
dencia en la enseñanza de elementos y principios del arte defiguras como Arthur Dow y también en la enseñanza de los maes
tros de la Bauhaus. Aunque la legitimidad de la aspiración estéti
ca a la universalidad está siendo radicalmente cuestionada, dicha
tradición sobrevive en muchos de los libros de texto actuales. La
carrera hacia la abstracción es comparable al reduccionismo cien
tífico y a su tendencia a descomponer fenómenos complejos en
partes más sencillas.
Universalismo. La búsqueda de una realidad universal subya
cente a todo entendimiento puede haber sido una de las razones
que animaron a los artistas a aventurarse en el terreno de la abstracción. Se suponía que la universalidad del arte residía en los
elementos y principios formales contenidos en la variedad ingen
te de estilos de todo el mundo. Pese a la diversidad de estilos los
artistas modernos estaban empeñados en un estilo internacional.
Ello era particularmente evidente en el campo de la arquitectura.
Destrucción creativa . Harvey (1989) señala que el arte moder
no lleva en sí la imagen de la «destrucción creativa», que supone
que para crear un mundo nuevo es necesario destruir gran parte
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de aquello que lo precedió. Los procesos de análisis que configu
raron la imagen cubista de la humanidad implicaban determina
das pautas de reconstrucción de una nueva unidad. Ciertos escul
tores de la posguerra usaban un soplete de corte para trocear
coches viejos o destruidos y componían con sus piezas y trozos
obras de arte. Durante la década de 1950, la School Arts Magazi-ne impartió muchas clases basadas en la idea de «hacer arte con
desechos». En la misma línea, puede apreciarse en los planes de
renovación urbanística de la década de 1960 una tendencia pare
cida a construir nuevos entornos destruyendo patrimonio urba
no. No era inusual, de hecho, que se justificase la consiguiente
destrucción como el precio que debía pagarse por el progreso.
Las funciones del arte. Dentro de la concepción moderna del
arte coexisten concepciones contradictorias acerca de su función.
Por un lado, se considera a las obras de arte como objetos sustan-
cialmente distintos cuyo sentido y finalidad sería procurar una experiencia estética al espectador. Desde otra perspectiva, se pre
senta al arte como una terapia destinada a liberar tanto al artista
como al espectador de los efectos malsanos de la sociedad. Una
tercera perspectiva, que comparten muchos artistas modernos, es
que el arte tiene por misión liberar a la misma sociedad de las re
presentaciones represivas de la clase media conservadora produ
ciendo objetos que choquen y ridiculicen a esas representaciones.
En La palabra pintada, Tom Wolfe, (1975/1989) pone en tela de
juicio la s incer idad de esta misión en una época en que e l éx ito del
arte y el sustento del artista han pasado a depender completamente del mecenazgo de la clase media.
Trivialización de la cultura popular. Los críticos que promovían
la búsqueda de la pureza en el arte, como Clement Greenberg,
defendían la posición desdeñosa del artista frente al imaginario
popular y comercial. Los libros de diseño denunciaban la falta de
buen gusto de la mayor parte de los productos fabricados en
masa. Laura Kipnis llegó a redefinir la modernidad «como la ne
cesidad ideológica de e rigir y mantener patrones únicos de lo lite-
29 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
rario y lo artístico frente a la constante amenaza de intrusismo y
contaminación». Al referirse a la cultura visual popular como
«kitsch», Greenberg estaba descartando que pudiese constituir
un objeto de estudio serio, condición que reservaba exclusivamen
te al arte de vanguardia. Cuando artistas como Warhol o Lichtens-
tein empezaron a apropiarse del imaginario de la cultura popular ycomercial, Greensberg y muchos otros, dentro y fuera de la comu
nidad del arte, se resistieron a aceptar tales manifestaciones.
Kipnis (1986) sugirió que la proliferación de libros sobre la
cultura popular firmados por críticos tanto sociales como artísti
cos constituye uno de los indicadores del paso de la modernidad
a la posmodernidad, mientras que Seymour Levine (1988) mostró
cómo las distinciones culturales entre las formas artísticas «eleva
das» y las «vulgares» acompañaron la formación de clases socia
les jerárquicas . El drama shakes peariano, por ejemplo, no pasó de
ser, durante la mayor parte del siglo xix norteamericano, un entretenimiento popular, y no adquirió el exaltado estatus de alta
cultura hasta el cambio de siglo. La distinción entre las formas de
entretenimiento elevadas y las vulgares corre paralela al desarro
llo histórico de las clases sociales según un criterio económico.
Esto sugiere que el rechazo de la crítica y los currículos modernos
por la cultura popular o vulgar tiene poco que ver con su nivel de
excelencia estética o importancia cultural.
C A R A C T E R Í S T I C A S D E L A P O S M O D E R N I D A D
A menudo se usa indiscriminadamente la palabra posmodernidad
para designar someramente los profundos cambios culturales de
la sociedad postindustrial. Otros emplean el término para signifi
car su rechazo a la modernidad y sus movimientos, del mismo
modo que la modernidad repudiaba los estilos tradicionales. En
este punto la definición de la posmodernidad se vuelve proble
mática ya que si la modernidad se ha caracterizado por producir
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estilos que repudiaban los estilos anteriores, se puede considerar
que, al repudia r la modernidad, la posmodernidad no hace más que
prolongar esa tradición moderna. Arac y otros entienden que la
posmodernidad no deber ser vista como sucesora de la moderni
dad, ya que eso supondría algún tipo de progreso (Arac, 1988,
págs. vii-x).
Aunque Rose (1991) encuentra ejemplos del uso del término
ya en los años treinta, éste no obtuvo amplia aceptación hasta la
década de los setenta. Muchos suponían, como Harvey (1989),
«que desaparecería bajo el peso de su propia incoherencia o sim
plemente perdería su atractivo intelectual y pasaría de moda». En
los años posteriores el «clamor de las tesis posmodernas aumentó
más que disminuyó con el tiempo [en tanto que] últimamente ha
determinado el tono del debate, definido las modalidades del dis
curso y trazado los parámetros de la crítica cultural, política e in
telectual» (pág. viii).Para Burgin (1986), el proyecto posmoderno consiste en revi
sar críticamen te los postulados filosóficos de la Ilustración, espe
cialmente su idea de progreso. Los posmodernos no niegan el
cambio pero discuten el supuesto de que los cambios puedan ser
legitimados como avances positivos de la cultura humana. Ade
más, los pensadores posmodernos recusan a menudo visiones
grandiosas de la historia como la que construye Marx a partir de
su idea de lucha de clases. Se refieren a éstas como «gra ndes rela
tos o metarrelatos», que es menester sustituir por lo que Jean-
Francois Lyotard llama «los pequeños relatos». Se puede decir deéstos que encarnan la visión de grupos más pequeños (por ejem
plo, subcultur as, mujeres, etc .). Bergin ( 1986) ha definido los pe
queños relatos como «buenos por el momento y buenos para el
futuro previ sible » (pág. 199).
La concepción posmoderna de la cultura arraiga en el presen
te más que en el futuro. Se vuelve hacia el pasa do para est ablecer
la genealogía de los problemas del presente y descubrir hasta qué
punto guardan relación con ilusiones heredadas del pasado. Los
31 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
críticos culturales de la posmodernidad señalan casos en los que
el avance del progreso ha generado tecnologías incontrolables
que contaminan y destruyen el medio ambiente y citan ejemplos
de científicos que en lugar de usar sus conocimientos para mejo
rar las condiciones de vida contribuyen a someter a determinados
grupos sociales al poder opresor de otros.Los inquietantes cambios que han sacudido las artes visuales
y la ausencia! de patrones estilísticos comunes a todo el mundo del
arte constituyen los signos exteriores de estas transformaciones
profundas en el ámbito de la cultura. La arquitectura, la fotogra
fía, el cine, la pintura y otras artes visuales son sendos testigos de
estos cambios.
Terry Eagleton (citado por Harvey, 1989), un teórico neo-
marxista, define la posmodernidad en términos muy poco favora
bles.
Existe posiblemente un cierto consenso sobre el típico artefacto posmoderno, considerado lúdico, autoirónico e incluso esquizoide; se admite asimismo que su acercamiento impúdico al lenguaje comercial y mercantil constituye una reacción a la austeraautonomía de la modernidad tardía. Su actitud ante la tradicióncultural sería la de un pastiche irreverente, mientras que su deliberada falta de profundidad socavaría las solemnes construcciones metafísicas, mediante una estética a veces brutal, chocante osórdida (págs. 7-8).
La descripción de la posmodernidad de Eagleton tiende a
acentuar sus rasgos más negativos, como «falta de profundidad»
e «irreverencia». Sin embargo la posmodernidad reviste también
características positivas. De un modo curioso, el artista, el com
positor y el escritor posmodernos manifiestan una gran apertura
hacia los recursos culturales de épocas pasadas y logran apropiar
se a menudo de sus motivos para integrarlos en su trabajo y de ese
modo pronunciarse seria y profundamente sobre las complejida-
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des del mundo contemporáneo. El siguiente capítulo examina el
concepto de posmodernidad con mayor detalle.
L a c u e s t i ó n d e l m u l t i c u l t u r a l i s m o
Ciertos investigadores contemporáneos de la educación han deja
do de guiarse por el ideal del conocimiento como fin en sí mismo
y se han interesado por actividades que puedan servir para forta
lecer a grupos sociales oprimidos económica y políticamente.
Buen ejemplo de ello es el esfuerzo de maestros y alumnos por
dar mayor relevancia, a través de la formación, a los legados artís
ticos de grupos tradicionalmente infravalorados y marginados.
Incorporar contenidos multiculturales al currículo se impone
como un remedio obvio a los problemas de exclusión, pero ¿pue
de realmente esperarse de los maestros que amplíen el espectro decontenidos hasta incluir aquellos que tradicionalmente han sido
infravalorados o excluidos? El canon vigente está ampliamente
subvencionado por una pléyade de fundaciones privadas, empre
sas, organismos gubernamentales e instituciones culturales que
contribuyen activamente, ya sea de modo consciente o no, a su
consolidación. Basta con echar una ojeada al catálogo de una
exposición de primer orden como «Monet en los años noventa»
para comprobar que el apoyo económico lo hace posible por par
tida doble, costeando los enormes gastos que acarrea y promovien
do la investigación teórica que certifica la excelencia imponente
de Monet como artista.
Son muy pocas las estructuras de apoyo dispuestas a sacar a la
luz el arte de las minorías étnicas, artistas mujeres y otros colecti
vos oprimidos o marginados; desagraciadamente éstos carecen
del grado de apoyo institucional que reciben los artistas de las co
rrientes dominantes. ¿Cómo puede lograr el maestro de arte, en
estas circunstancias, poner en claro quiénes son precisamente los
artistas excluidos y cuáles las realizaciones que acreditan pese a
33 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
esa falta de apoyo? ¿Cómo determinamos la cantidad de obras
maestras canónicas que deben mantenerse en el currículo? ¿Ex
cluimos a Monet para dar cabida a Judy Chicago? ¿Deberían
reemplazar los escritos históricos de Linda Nochlin a los de Jan-
son? ¿Basta con agregar al currículo los Hopi Kachinas, las man
tas de los navajos, los edredones apalaches y a unos pocos artistas
hispanoamericanos y afroamericanos para poder hablar de un cu
rrículo multicultural? ¿Se requiere para ello algún tipo de revi
sión radical del canon y una conciencia de los aparatos institucio
nales que lo conforman y mantienen? ¿No cuestiona
precisamente la noción misma de canon? Algunos alegan que, nos
guste o no, el canon está ahí para afirmar la excelencia de las gran
des obras. ¿Cómo podemos asegurarnos, sin embargo, de que el
canon sea además realmente democrático?
¿ P O R Q U É E S L A P O S M O D E R N I D A D U N A C U E S T I Ó N M U L T I C U L T U R A L ?
Gracias a la última pregunta empezamos a entender por qué el
multiculturalismo constituye una cuestión eminentemente pos-
moderna. Los primeros modernos dieron a conocer la cultura
material de los «así llamados» grupos primitivos al público euro
peo y norteamericano, pero en rigor nunca consideraron que
aquellos artefactos fueran propiamente arte. Sólo la aplicación de
los preceptos estéticos del formalismo logró que se los percibiera,
por primera vez dentro de la tradición occidental, como objetos
artísticos. La modernida d es, en este sentido, universalista; impli
ca cierto grado de imparcialidad universalista pese a ser esencial
mente occidental.
La visión posmoderna de la cultura, en cambio, está condicio
nada por la noción de pluralismo, en el sentido de que cualquier
producción cultural tiene que entenderse en el contexto de su
cultura de origen. Desde una perspectiva posmoderna el uso de
categorías como «arte folclórico», «arte primitivo», «arte tribal»,
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o «arte popular» implica de por sí una marginación de los grupos
menos poderosos y permite clasificarlos en la trama jerarquizada
que culmina en el arte occidental. Sus obras no están hechas con
una intención sistemáticamente «artístic a» en el sentido occiden
tal ni exigen necesariamente que se las juzgue estéticamente como
«a r t e » .
El artista Brower Hatcher se hace eco del deseo posmoderno
de desarrollar vías para que diversos pueblos y sus creaciones
puedan verse representados. En su obra Prophecy of the ancients
Hatcher:
entrelaza diferentes oposiciones —lógica y ensueño, pasado yfuturo, público y privado, símbolo e imagen, cielo y tierra— en unesfuerzo por construir un modelo integrador [...] de la diversidadde las cosas tal como y como nos es dado conocerlas (Walker ArtC en te r , 1 9 9 0 , p á g . 2 3 9 ) .
Un segundo aspecto que convierte el multiculturalismo en un
asunto específicamente posmoderno es que no se enseñan y trans
miten sus contenidos meramente para procurar un conocimiento
y comprensión del arte a los alumnos y promover una cultura ar
tística valiosa en sí misma sino para cambiar las relaciones socia
les. En efecto, si cualquier forma de arte, incluidas las bellas artes,
forma parte de la cultura visual, y en esa medida refleja una plu
ralidad de dimensiones culturales, las dimensiones políticas del
arte pueden, en ocasiones, imponerse a la enseñanza del arte y fo
mentar la sensibilidad estética de los individuos.
La educación del arte multicultural también puede sensibili
zar a los estudiantes en cuestiones relacionadas con la opresión y
la desigualdad e iniciarlos en cuestiones morales, por ejemplo. Al
gunos educadores de arte han cuestionado que estos fines políti
cos resulten pertinentes en el marco de la educación del arte, pre
guntándose si ésta no debería más bien mantenerse alejada de la
arena política. Se puede responder de varias maneras a esta obje-
35 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
Brower Hatcher, Prophecy of the ancients, 1988. Piedra, acero inoxidable, acero, bron-ce, aluminio. Colección del Walker Art Center, Minneapolis.
ción. Una de ellas pasa por detectar el carácter políticamente de
terminado del currículo anterior a la aparición de los enfoques
multiculturales. El canon que actualmente se asocia a la excelen
cia artística reviste también, en efecto, un marcado cariz político,
si no por su intención al menos por sus consecuencias. En el ca
pítulo cuarto se adelantan otras respuestas relativas a esta cues
tión. Un segundo argumento es que el divorcio entre los conteni
dos politicosociales y el arte, así como el ideal de una actitud
estética desinteresada, constituyen rasgos esencialmente moder
nos que han dejado de ser viables en el mundo de hoy.
En 1990, la población blanca del estado de California pasó a
ser una minoría por primera vez en su historia, superada por la
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suma de afroamericanos, hispanos y asiáticos. Con toda probabi
lidad este escenario se repetirá en el resto del país, que presen
tará una composición étnica muy distinta hacia 2050. Las cues
tiones relacionadas con el currículo multicultural encontrarán
respuestas muy variadas, incluso dentro de un mismo grupo cul
tural. Estas diferencias dependen, en parte, de que los objetivosdel currículo se determinen desde una perspectiva moderna o
posmoderna.
P R E G U N T A S F U N D A M E N T A L E S
A lo largo de este capítulo se han identificado y reunido cier
tas cuestiones curriculares desde un ángulo manifiestamente pos
moderno. Puede resultar útil clasificarlas brevemente para cerrar
este capítulo y sentar las bases de los capítulos siguientes. Ese esel propósito de las siguientes preguntas:
— Si la teoría moderna del arte ya no es la teoría universal que
se pensaba, cabe preguntarse en qué puede afectar tal situa
ción a la enseñanza del arte, ¿supone eso que tendremos
que rechazar de plano los contenidos y métodos modernos?
— ¿En qué debería n diferir un currículo posmoderno y uno
moderno?; ¿y cómo operar esa transición de modo que
puedan tratarse efectivamente las cuestiones que la condi
ción posmoderna ha puesto en primer plano?
— ¿Cómo pueden modificarse los currículos actuales para
dar mayor cabida a las cuestiones multiculturale s teniendo
en cuenta la existencia de concepciones divergentes del
multiculturalismo? ¿Cómo puede hacerse para que los
maestros aprendan más acerca de artistas y culturas ape
nas representados en los currículos actuales y qué aspecto
tendría un currículo de educación del arte culturalmente
representativo?
3 7 Problemas curriculares a finales de siglo: educación del arte [...]
— Dado que la cult ura occiden tal sigue gozando de una po
sición de privilegio en la mayoría de los currículos de hoy
en día, ¿ qué cotas de pluralismo cultural será necesario al
canzar para revertir esa situación en futuros proyectos de
educación del arte? Y, si bien la sociedad americana se ha
alimentado históricamente de la cultura occidental, ¿debeésta seguir ocupando la posición dominante en futuros cu
rrículos?
Estas son algunas de las respuestas que pueden hacerse a estas
preguntas, cada una de las cuales se sustenta con distintos argu
mentos. Los siguientes capítulos exploran estas cuestiones con
detenimiento y plantean otras nuevas.
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Capítulo 2
T e o r í a p o s m o d e r n a : c a m b i a r c o n c e p c i o n e s d e l a rt e ,l a c u l t u r a y l a e d u c a c i ó n
En este capítulo se exploran los efectos del pensamiento moderno y posmoderno sobre el arte y la educación del arte. En primerlugar, se examinarán brevemente algunos aspectos de la teoría social moderna subyacentes en las prácticas educacionales. En segundo término, se debatirán determinados conceptos y posiciones tomadas por los teóricos posmodernos para ilustrar sus
puntos de acuerdo y de desacuerdo. En tercer lugar, se identificarán algunas concepciones posmodernas del conocimiento y delarte que atañen a prácticas actuales y sugieren direcciones para laeducación del arte del futuro. Finalmente, se discutirá acerca delos problemas planteados por la creciente implantación de la tecnología informática para ilustrar cuestiones posmodernas en elámbito de la educación del arte.
Modernidad cultural y estética
Muchos teóricos han descrito la modernidad como una forma depensamiento occidental reciente de carácter científico, individualista y progresista en sentido evolucionista. Esto es lo que se designa genéricamente con la expresión modernidad cultural, que
hizo posible el surgimiento de una modernidad estética en el mar-
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co más amplio de la cultura, que comprende al arte y a la críticacontemporáneas.
La mayoría de los teóricos sociales sitúan los inicios de la modernidad cultural a principios del siglo xvii. La filosofía ilustrada, o lo que a veces se llama «el proyecto ilustrado», adoptó losideales sobre los que se ha construido el pensamiento occidentalcontemporáneo (euroamericano). Estos ideales han impregnadola práctica de la política, la economía y las artes, así como los estudios de la vida social, la historia y las ciencias sociales. Existe latesis de que la conciencia colectiva de las poblaciones que vivenactualmente en las culturas occidentales ha sido modelada por laestructura de la Ilustración y que el proyecto ilustrado ha determinado los medios, posibilidades y limitaciones del pensamientocontemporáneo (por ejemplo, Foucault, 1966/1970).
La Ilustración vio la luz, en parte, como respuesta al controlautoritario de la población desde la aristocracia y la Iglesia en varios países de esa época. Sus ideales eran la libertad política y laigualdad socioeconómica. Antes de eso, la ciencia se basaba en losintereses del clero y la aristocracia. Sin embargo, con la Ilustración, el acento se desplazó hacia el «descubrimiento» de una forma «natural» de conocimiento a través de investigaciones filosóficas (más adelante científicas) desinteresadas, que condujeron ala creación de nuevas ramas de la filosofía, la epistemología y laestética entre ellas. La primera parte de ese período se vio sacudida por intensos cambios en la estructura del poder, como las queresultaron de las revoluciones francesa y americana. El proyecto
ilustrado está de hecho marcado desde sus inicios por la conciencia de la íntima relación entre saber y poder.
E L A U G E D E L A E P I S T E M O L O G Í A M O D E R N A
Cuatro conceptos clave de la modernidad cultural originados enel proyecto ilustrado se entrelazaron con la modernidad estética
41 Teoría posmoderna: cambiar concepciones del arte, la cultura [...]
y llegaron a convertirse en destacados mecanismos educativos.(Freedman, 1989a). En primer lugar, se partía del axioma de quelos argumentos epistemológicos en filosofía podían revelar unaverdad neutra, objetiva y contraria a la falsedad. Así es que, porejemplo, la elaboración de una filosofía caracterizada por un
análisis asocial, formal, y cuasicientífico del arte adquirió granimportancia para la comunidad del arte. Las representacionescientíficas de las preocupaciones formales y expresivas de la comunidad del arte tomaron al menos dos formas controvertidasen el pensamiento moderno. El arte se concibió como objetivo(en términos de una ciencia formalista) y subjetivo (de acuerdocon la caracterización de la psicología de un artista infantil, mitológico, genérico y libremente expresivo). Cada una de estasconcepciones echó mano de distintas concepciones del saber.
El pensamiento y la representación modernos han tendido a
unlversalizar y despolitizar el arte, tal y como sugiere la doctrina estética del «desinterés». Desde esta perspectiva se admitía que laverdad (o la «experiencia estética») no ocultaba interés alguno. Losintereses sociales, políticos y económicos se consideraban ideológicos y la ideología había sido definida como una falsa representacióno incluso como una ocultación de la verdad. Esta perspectiva dominante de la epistemología occidental ha sido cuestionada por teóricos recientes y es vista por algunos como un fenómeno inseparable del contexto social y cultural de un determinado medio. Dichode otro modo, constituye un hecho sólo en la medida en que fue
construido como tal y conservado como una convicción por personas de una época y lugares particulares (Rorty, 1979).
L A C O N C E P C I Ó N M O D E R N A D E L O C A L I Z A C I Ó N
En segundo lugar, las disciplinas modernas de la historia y la geografía fueron perfilando una concepción particular del tiempo ydel espacio. Se consideraba que la historia se ocupaba del pasado,
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mientras que la geografía se refería a formas territoriales establesque albergaban culturas estancas en sus límites naturales. Estaperspectiva iba de la mano con la creencia dominante en la supremacía de Occidente. Su concepción del progreso está basadaen una representación lineal y progresiva del tiempo. La modernidad cultural ha propiciado una visión evolucionista de la historiasocial: la sociedad progresa hacia formas siempre mejores, comopone de manifiesto el avance de la ciencia, el perfeccionamientotecnológico y el aumento de las libertades. Desde las ciencias sociales norteamericanas se ha presentado a menudo a Estados Unidos como el actor paradigmático de este avance histórico. En muchos ámbitos (económico, político, cultural, etc.) las disciplinasprofesionales norteamericanas encierran una visión complacientedel progreso y la fe en el papel salvífico de esta nación, destinadaa traer prosperidad y civilización al resto del mundo. Esta con
cepción de las relaciones internacionales, predominante en lasciencias sociales desde sus orígenes, es también perceptible en lacomunidad artística desde la Segunda Guerra Mundial. De esaépoca data un lugar común de la modernidad, aún vigente hoy endía, que sitúa el centro del arte mundial en Estados Unidos; perosi bien la comunidad artística norteamericana se ha entregado almercantilismo, no parece en absoluto interesada en la libre competencia internacional.
L A R E L A C I Ó N D E L I N D I V I D U O C O N L A S O C I E D A D
En tercer lugar, también ha primado un concepto moderno deidentidad, basado en la idea de la absoluta singularidad del sujeto. El subjetivismo alcanzó, en Occidente, el rango de un idealcultural. De las distintas versiones del individualismo que hanproducido los países occidentales, la más extrema es el «rudo individualismo» apreciado en Estados Unidos. A través del prismadel individualismo, la historia se percibía como una acumulación
43 Teoría posmoderna: cambiar concepciones del arte, la cultura [...]
de actos individuales de expresión o poder encarnados en objetoshechos por personas singulares pertenecientes a determinadoscolectivos socioeconómicos. Así, por ejemplo, se suponía que losartistas eran «genios» innatos, ajenos a cualquier interés social,político o económico, y por ende capaces de representar lo ver
dadero, universal y eterno a través de la exposición de lo más personal. Los currículos artísticos han mantenido la noción de individualismo al promover la expresión autónoma en la producciónartística de las escuelas, que, a pesar de su retórica democrática,constituye una institución sumamente reglamentaria. Más adelante, a lo largo de este capítulo, se localizarán las contradicciones internas de la concepción moderna del individualismo a fin de discutir cómo y en qué medida ésta ha podido ser radicalmentecuestionada.
E L C O N C E P T O D E S A L U D P S I C O L Ó G I C A
Un cuarto concepto de la modernidad cultural, de influencia decisiva sobre la modernidad estética, es el de la salud psicológica«natural». La noción de salud psicológica entró en Estados Unidos hacia finales del siglo xix y adquirió cierta relevancia en eldiscurso educacional a partir de los años veinte. Los educadorespretendían de este modo proteger a los niños de las influenciasenfermizas a las que estaban expuestos a diario. Al final de la Se
gunda Guerra Mundial había cundido un profundo temor por losrasgos de personalidad autoritarios, que se interpretaban en términos patológicos (véanse Adorno, Frenkel-Brunswick, Levinsoy Sanford, 1950). En esta época, los psicólogos profesionales trabajaban activamente para ayudar al público en general y a loseducadores a prevenir estos rasgos en los niños. Aunque los artistas estaban catalogados como excéntricos, el concepto más antiguo de la creatividad como talento rayano en la locura fue entonces cuestionado por la idea nueva de que los artistas eran en
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realidad personas mentalmente sanas obligadas a vivir en un mundo de locura. La tensión entre la veneración por una epistemología de certezas y los temores que suscitaba el autoritarismo fortaleció la vertiente terapéutica de la escuela del arte.
Estos cuatro conceptos, epistemología, identidad social, loca
lización y salud psicológica, han conformado el currículo y determinado el sentido de la información que constituye su contenido.Cuestionar estos conceptos modernos forma parte del pensamiento posmoderno. A continuación se resumen los cambios recientes de la teoría social que afectan a estos conceptos.
Nueva s cuestiones y prácticas en la teoría social y cultural
Aunque la posmodernidad pueda parecer centrada en cuestiones
estéticas, sus raíces son políticas y del orden de la cultura general(Hutcheson, 1989). La teoría cultural reciente ha detectado cambios importantes en las concepciones actuales de la vida social.Esta teoría ha recurrido a perspectivas críticas de la sociología como la teoría neomarxista, la teoría feminista, y el análisissemiótico y el postestructuralismo franceses. En la década de1970, por ejemplo, se había formado en Francia una corriente intelectual particularmente crítica con el humanismo y el racionalismo.
Sin embargo, la teoría posmoderna no es ya un fenómeno úni
camente francés sino de alcance internacional. Esto es así [...] por
que pensadores alemanes como Nietzsche y Heideg ger ya atacaron
los conceptos y modos filosóficos tradicionales. El filósofo nortea
mericano William James inauguró un pluralismo radical y John
Dewey puso en evidencia la mayoría de las premisas de la filosofía
y la teoría social, al tiempo que proponía reconstruirlas sobre nue
vas bases. Más adelante fueron los historiadores ingleses Toynbee
y Barraclough, y teóricos sociales norteamericanos como Drucker,
Mills, Etzioni y Bell, quienes incorporaron el concepto de época
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posmoderna a la historia y a la teoría social, mientras que los teóri
cos culturales norteamericanos introducían el término en el ámbi
to de las artes (Best y Kellner, 1991, págs. 27-28).
Un rasgo común a las teorías sociales y culturales contempo
ráneas es su interés por las relaciones entre poder y conocimiento. Los teóricos se han enfrentado a esta relación analizando lasconcepciones modernas de la epistemología, la representación, lalocalización, la identidad social y la salud psicológica.
L A E P I S T E M O L O G Í A : E L P R O B L E M A D E L C O N O C I M I E N T O
Para Richard Rorty (1979), «la idea de una disciplina autónomallamada filosofía, claramente diferenciada de la religión y de la
ciencia e incluso crítica con ambas, es relativamente reciente»(pág. 131). La filosofía asumió esta posición en los ambientes intelectuales del siglo xviii, cuando las teorías del conocimientoempezaron a plantear la pregunta central: «¿Cómo es posible nuestro conocimiento?» (pág. 132). Rorty señala que la comunidad filosófica respondió a esta pregunta afirmando que el modo en quese conoce y aquello que se conoce constituye el sustrato de cualquier vida intelectual. La epistemología vio la luz gracias a una comunidad profesional de eruditos y fue producida y reproducidapor un determinado dicurso sobre las reglas del conocimiento. La
epistemología dominante en Occidente e incluso la noción deverdad o falsedad del conocimiento se perciben actualmente tansólo como hechos de un determinado ámbito social. Estos hechosproducidos socialmente determinan gran parte de lo que se haceo se piensa, pero no constituyen la única vía de acceso al conocimiento.
Las feministas y otros teóricos críticos han señalado que nuestro conocimiento se ha amoldado a la epistemología. Por ejemplo,algunas representaciones describen el mundo como dicotomía
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(Derrida, 1976; De Laurentis, 1987). Esta epistemología presentasólo ciertas posibilidades antitéticas para nuestros modos de pensar la cultura. Algunos teóricos sostienen que el uso de un lenguaje dicotómico establece un sistema de creencias que implica laatribución de características positivas a uno de los términos y ne
gativas al otro. Al depender de representaciones duales, el conocimiento asume y despliega una determinada jerarquía de valoresbasados en dicotomías del tipo macho/hembra, negro/blanco,cultura/naturaleza, emoción/lógica, etc.
El antropólogo Paul Rabinow (1986) recurrió al trabajo deMichel Foucault (1970) para defender la conveniencia de recon-ducir los problemas epistemológicos al ámbito de las concepciones de la cultura. Insistía en que la epistemología debe ser entendida como un hecho histórico acompañado de una práctica socialespecífica, una entre otras muchas, que habría encontrado en el
siglo xvii nuevas vías de desarrollo. Desde la perspectiva de Rabinow, habría que aprehender la peculiaridad de las condicionessociales de esta práctica y llegar a entender de qué modo pudo serproyectada sobre pueblos con historias radicalmente distintas.Con este fin, hay que «antropologizar» Occidente desvelando elcarácter exótico de su construcción de la realidad y de ámbitoscuya universalidad suele darse por sentada. Durante el proceso,«debemos pluralizar y diversificar nuestros enfoques: diversificarlos centros de resistencia es una iniciativa básica para combatirtanto la hegemonía económica como la filosófica» (pág. 241).
L A C U E S T I Ó N D E L A R E P R E S E N T A C I Ó N
Como se ha indicado más arriba, una de las cuestiones más tratadas por los teóricos atañe al concepto de representación. Éstos hancuestionado la confianza ciega con que se tiende a admitir ciertasrepresentaciones como encarnaciones de la verdad. Por ejemplo,se han formulado numerosas preguntas acerca de la capacidad de
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la ciencia de representar el mundo real; acerca de la legitimidad deun colectivo humano para representar a otro; o, en esta misma línea, sobre la aptitud del lenguaje para representar la realidad. Ensu discusión acerca de la posmodernidad, la politóloga PaulineMarie Rousenau (1992) ha señalado que algunos teóricos posmo
dernos adoptan una postura política escéptica, pretextando quela democracia perfecta es irrealizable por la imposibilidad deque cierta gente represente realmente a otra. Estos escépticos posmodernos alegan que la democracia representativa es una ilusiónporque los políticos profesionales no actúan finalmente más que eninterés propio, en lugar de hacerlo en provecho de sus electores.
Otros teóricos han desarrollado una visión más optimista dela política posmoderna, como Stanley Aronowitz (1988), quiendefendió una democracia representativa cimentada en el mutuoacuerdo para fortalecer el antielitismo, la descentralización y el
control popular de los recursos federales o estatales. Una políticade este tipo exige la participación consciente de toda la gente y lacrítica ininterrumpida del activismo político.
Rousenau (1992) recurre a la posición extrema de los escépticos para ilustrar cuestiones que la idea de representación traeconsigo y que teóricos más optimistas aceptan como problemáticas. De este modo, afirma:
La crisis de la representación atraviesa cada uno de los ámbi
tos de la posmodernidad, desde el arte hasta la psicología, y en
cada caso se anuncia «el fin de orden de la representación» [...]Lo realmente interesante no puede ser representado: ideales,
símbolos, el universo, lo absoluto, Dios, la justicia o como quiera ex
presarse [...] Según los posmodernos escépticos, la representación
es política, social, cultural, lingüística y epistemológicamente arbi
traria (pág. 94).
El concepto de representación puede conducir a ilusiones peligrosas ya que puede significar dominio, y los hombres no pue-
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den dominar el conocimiento. Cabe decir, más bien, que los hombres crean conocimiento, y que éste cambia continuamente deforma y significado. Cuando alguien representa, sugiere que existe una relación isomórfica entre aquello que es representado y larepresentación misma. Sin embargo, esa relación es arbitraria
porque por su lógica interna el acto de representación borra oagrega necesariamente algo a lo representado. Las representaciones son siempre reducciones y distorsiones de ideas o acontecimientos que de un modo u otro intentan alterar el significado delo representado.
L O C A L I Z A C I Ó N : C O N C E P C I O N E S D E L T I E M P O Y D E L E S P A C I O
La teoría social actual emprende al menos dos reformulaciones
del tiempo. La primera consiste en dejar de pensar el tiempocomo extensión lineal para representarlo como espacio multidi-mensional en el que coexisten diversos colectivos socioeconómicos. La cultura, al igual que el arte, se va configurando a través delas crisis que se producen cuando diferentes culturas, clases y colectivos sociales chocan entre sí.
En la segunda reformulación del tiempo, la historia no aparece ya como un mero asunto del pasado. La gente sigue viviendoen un espacio estructurado histórica y culturalmente, que la sitúay determina en el plano conceptual. Esta estructura restringe sus
posibilidades de cambio pero constituye a la vez el medio en elque éste puede producirse. Un ejemplo de esto es la concepciónmoderna del arte que, si por un lado incorpora el arte a la educación pública, por el otro le niega relevancia de cara al público.
Una parte de esta revisión de la historia implica a la vez unarespuesta al marxismo y un rechazo del positivismo. Jean-Fran-cois Lyotard (1983) ha explicado que adoptar una concepciónposmoderna de la cultura supone necesariamente un alejamientode los «grandes relatos» de la modernidad. Tanto el marxismo
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como el positivismo son estructuras totalizantes, es decir que sebasan en el supuesto de que podrían y deberían convertirse enposiciones y prácticas universales. Desde ambas perspectivaspueden establecerse análisis distintos, pero internamente coherentes en cada caso, de la historia. Lyotard señala que una de las
razones del desarrollo de una conciencia posmoderna es la erosión evidente de los ideales modernos de la Ilustración. La idea deque una teoría puede ser internamente coherente, de que la historia tiene una explicación correcta, y que una única interpretación universal debe brotar de un conocimiento perfeccionado,forma parte de esos ideales.
La geografía, no menos que la historia, ha sido reformulada.Desde esta nueva perspectiva ya no se considera que la culturadependa de un determinado marco territorial. Las culturas se entrecruzan, se mezclan y se imponen unas a otras generando crisis
que terminan por alterar la configuración de los mapas. Las fluctuaciones de las culturas han aumentado también al ritmo de losviajes. El globo parece haberse encogido por obra de los mediosde comunicación de masas, la política internacional y la economía mundial. Las empresas multinacionales, las comunicacionespor satélite y el despliegue de las tropas de las Naciones Unidasen Somalia son ejemplos de la conexión creciente entre países ydel surgimiento de una nueva conciencia del espacio. Los viajesal espacio exterior e incluso la ciencia ficción (un invento probablemente posmoderno) han influido en nuestras concepciones
del «hogar».El libro Posmodernidad e Islam de Akbar Ahmed (1992) ilus
tra estos cambios en las concepciones del tiempo y el espacio. Ensu intento de descifrar su significado y alcance en un contextoglobal, Ahmed recusa el carácter cristiano y occidental de la posmodernidad. Por otro lado, señala que el proyecto de la modernidad pretendió resolver los problemas sociales mediante recetascoloniales e industriales. En cuanto al mundo islámico, sus élitesvieron en la «modernidad una oportunidad para acceder a la edu-
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como progresión lineal de acontecimientos políticos controladospor una minoría privilegiada, de raza blanca y sexo masculino, ycritica por tanto esta noción de cambio histórico. En la teoría pos-moderna, el sujeto aparece a menudo des-centrado (esto es, el poder se halla disperso y diversificado) y las subjetividades colecti
vas se perciben como posiciones localizadas en ciertas regiones dela estructura social, ninguna de las cuales controla completamente el cambio social. Foucault (1961/1965) ha señalado la pluralidad de fuentes del poder y sus múltiples direcciones simultáneas.
El debate sobre estructura y acción supone el descentramientodel individuo pero mantiene la idea de que todo individuo puedemejorar su propia vida. En lugar de postular la idea de que los agentes individuales toman voluntariamente iniciativas que a su vezpropician cambios históricos, la teoría actual se centra en la existencia de estructuras predeterminadas cuyas contradicciones inhe
rentes fuerzan continuos cambios. Una de las explicaciones al usodel surgimiento del pensamiento posmoderno se basa en las contradicciones internas de la filosofía de la Ilustración. Hay un ejemplo muy esclarecedor en el principio inherente al proyecto ilustrado de que todos los ciudadanos deben gozar de libertad política ypersonal. La contradicción interna reside en el hecho de que sóloalgunas personas eran reconocidas como ciudadanos.
También los antropólogos han discrepado de la concepciónde la cultura del discurso académico (Rabinow, 1986). La lucha delos grupos sociales históricamente excluidos del discurso académi
co por granjearse una legitimidad y la creciente valoración del pluralismo y la fragmentación de la conciencia posmoderna han marcado la forma en que hoy en día se estudia y se entiende la cultura.Aunque se solía admitir de modo bastante general que la misióndel antropólogo, al igual que la del educador, consistía en describir fielmente una cultura, trabajos antropológicos recientes hannegado la posibilidad de que la investigación, incluida la investigación etnográfica, pueda ofrecer una versión verídica de una cultura (Clifford y Marcus, 1986). Pese a haber descartado la noción
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de exactitud científica, los antropólogos siguen enfrentándose a lanecesidad de determinar cuál es el mejor modo de describir al«otro». El estudio etnográfico ha pasado a considerarse como unmedio para entender una cultura, pero los textos etnográficos nodejan de ser una forma de contar «historias probables» o de cons
truir ficciones verosímiles que a lo sumo pueden recoger fragmentos de lo que ocurre en la vida (Clifford y Marcus, 1986).
Uno de los problemas de contar historias sobre culturas esque nunca se puede reproducir adecuadamente el concepto quelos pueblos estudiados tienen de sí mismos. El texto puede llegara reflejar más la cultura de quien lo escribe que la de quienes pretende estudiar. Por consiguiente, hoy en día tiende a considerarse que depende más de lo que se admita a priori como científicamente pertinente y exacto que de la identidad del «otro».
Cada vez que una cultura ha pretendido escribir acerca de
otra, ambas se han visto modificadas a resultas de su interacción.La influencia que hemos ejercido sobre los pueblos con los quehemos mantenido contactos tiene como contrapartida la que hemos recibido nosotros de ellos. Incluso en nuestras definicionesde los «otros» nos definimos «nosotros mismos». De este modo,aunque nos esforzamos en mantener la noción de culturas separadas en pos de la identidad cultural, cada vez es más difícil pensarla como algo estable y real.
Este punto de inflexión de la antropología reciente sirve comometáfora para pensar el problema de la representación en la vida
moderna. Se ha recurrido al «surrealismo etnográfico» (Clifford,1988) para ilustrar la génesis de la concepción antropológica de lacultura. El surrealismo procede sacando fragmentos de su contexto original y remozándolos en uno nuevo; una especie de co-llage conceptual en el que ninguna de las partes tiene una existencia plena sino que se compone con todas las demás en unplano conjunto que a todas confiere nuevos significados, contribuyendo de ese modo a construir una cultura.
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L A P S I C O L O G Í A C O M O C O N S T R U C C I Ó N D E L Y O
Los teóricos posmodernos no tienden a iniciar sus análisis con lanoción de sujeto. Perciben al sujeto, por ejemplo, como parte in
tegrante de una estructura de la cultura y/o ideología vividas. Losteóricos postestructuralistas se remiten al cariz simbólico del discurso (texto o imagen) para construir al sujeto. Durante la Ilustración el sujeto quedó objetivado, es decir, se convirtió en objetode estudio (Foucault, 1966/1970). Durante ese proceso, los pueblos empezaron a representarse como individuos en un sentido genérico. El «individuo» era una instancia mítica comprometida conlos valores y las esperanzas de autonomía y libertad.
Una de las tesis postestructuralistas es que el sujeto revisteciertas características cuando el individuo está representado sim
bólicamente en el lenguaje (Lacan, 1977). En un determinadopunto de su desarrollo, hacia el decimoctavo mes de vida, el su
jeto entra en el estadio del espejo, una etapa en la que refleja conductas basadas en interacciones humanas; la maduración del su
jeto sigue su curso de acuerdo con esta trama de interacciones ya través de imágenes y lenguaje. Los efectos de las imágenes y ellenguaje dan forma a las características innatas del desarrollo. Elsujeto se apropia de las características del «individuo» a travésdel