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CURSILLO DE AUTOEDUCACION DESARROLLADO EN EL ATENEO CIENTÍFICO LITERARIO DE MADRID LOS DÍAS 5 A 9 DE JUNIO DE 1915 PRIMERA SESIÓN LECCIÓN PRIMERA: PRÓLOGO DISERTACIÓN DEL CATEDRÁTICO DE LA ESCUELA SUPERIOR DEL MAGISTERIO DON ADOLFO BUYLLA PROHIBIDA LA VENTA Edición de 20. 000 ejemplares publicada a expensas de la Librería Parera, de Barcelona, para distribuirlos gratuitamente

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CURSILLO DE AUTOEDUCACIONDESARROLLADO EN EL

ATENEO CIENTÍFICO LITERARIO DE MADRID

LOS DÍAS 5 A 9 DE JUNIO DE 1915

PRIMERA SESIÓN

LECCIÓN PRIMERA: PRÓLOGO

DISERTACIÓN DEL CATEDRÁTICO DE LA ESCUELA SUPERIOR DEL MAGISTERIO

DON ADOLFO BUYLLA

PROHIBIDA LA VENTA

Edición de 20. 000 ejemplares publicada a expensas de la LibreríaParera, de Barcelona, para distribuirlos gratuitamente

NOTA

El Ideal que se persigue con estas enseñanzas es i n -

fundir en las nuevas generaciones de los países de habla

española la saludable inquietud que cristaliza en ansias de

perfección y t iene su origen en el despertar de la potencia

volitiva.

Educar la voluntad es educar hombres para una vida

racional.

Los obcecados que atribuyen a estas campañas fines de

lucro mercanti l son seres de orden inferior, incapaces de

sentir la elevación de la vida espir i tual .

Imp. GALVE, Carmen, 16 -Barcelona

SEÑORAS Y SEÑORES:

DE poder yo contestar con una negativa cor-tés a la invitación del iniciador de este Cur-

sillo, don Miguel Parera, creedme lo hubierahecho. ¡Me faltan tantas cosas para desem-peñar con relativo acierto la misión de prologar estaserie de conferencias a cargo de personas de superiorrelieve por su significación social y científica! Yo nosoy un filósofo, ni siquiera un aficionado a la filo-sofía, yo no soy un orador, yo no soy tampoco unestilista, y aunque rodeado de tantas condiciones ne-gativas, me encuentro aquí dispuesto a torturaros, si-quiera sea por breves momentos, porque no he podidoresistir a la sugestión de Parera, que no en vano es hoyen España el propagandista más tenaz y más entusiastade la política de la acción y del culto de la voluntad, pre-conizadas por las hermosas obras del excelso educadoramericano doctor Marden. Por eso, porque ha puestoen la propaganda por el hecho, en la verdadera propa-ganda por el hecho, que es la del libro, removedor de lasconciencias, sembrador de ideas, impresionador de sen-

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timientos, impulsor de voluntades y por todo sugestio-nador en grado máximo, cuanto ha podido y quizá másde lo que ha podido, no me ha sido posible resistir alruego, afectuoso en la forma, pero avasallador, impo-sitivo en el fondo para quien como yo tiene muy meti-do dentro de su sér, muy arraigado en el alma, como algomás reflejo que reflexivo, un deseo atractivo de simpatía,que inmediatamente se transforma en actuación fatalhacia lo que considera un bien, es decir, un valor inme-diato y urgente; y nada en mi sentir de un valor tan ac-tual para nosotros los españoles como lo que manifies-tamente tienda a reafirmar en esta estirpe nuestra, unavoluntad fuerte, decidida, tenaz, en vincular consorciocon una sensibilidad exquisita, estética y con una inte-ligencia capaz de penetrar en lo hondo de las realidades,lo que equivaldría a crear en nosotros personalidad,carácter, que si en lo individual y privado significagrado supremo de la dignidad humana, transciende enlo social y público a poder y capacidad de gobierno, deEstado, obligados medios uno y otro, de lograr vidaque, sobre ser autónoma, reciba y refleje en la reali-dad toda, y viva por ende, la armonía del Cosmos.Obro, pues, en este momento por ajena sugestión y porsugestión propia; doble e impositiva acción que casime priva de responsabilidad.

A esta irresponsabilidad, pues, me acojo, al atrevermea inaugurar este Cursillo de alta educación y dominiode la voluntad, contribuyendo así, muy modestamentepor cierto, a la magnífica obra de Parera iniciada por élcon la publicación de los hermosos libros del gran Mar-den, del americano que ha acertado a encarnar en la pa-labra escrita el espíritu de esa raza de hombres de acción

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que han sabido hacer del Nuevo Mundo un mundo nuevo;del eminente etnólogo Doumer, el autor del Perfecto ciu-dadano, de quien alguien ha podido decir sin exagera-ción: «este libro ayuda a la verdadera civilización; no lacivilización del frío intelecto o de las comodidades ma-teriales, sino la verdadera civilización del corazón, laúnica que podrá suprimir esas guerras cobardes y fra-tricidas que están asolando al mundo»; del piadoso yfilántropo Trine, que labora por el renacimiento reli-gioso, filosófico y político del mundo.

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Y ahora entremos en nuestro papel de prologuista,comenzando por confirmar una vez más la importanciade esta iniciativa del señor Parera; ya que hoy los pue-blos que, mejor que cumbres llamaría yo bases, cifransu superioridad, no en la vida contemplativa, sino en laexistencia activa, producto de una voluntad educaday, por consiguiente, viva, tenaz y sobretodo continuada,respondiendo como no puede menos de suceder a las en-señanzas de los inmortales pedagogos, por ser filósofosy psicólogos que, con Rousseau, creen que «vivir no esrespirar, sino obrar»; que como Kant exaltan la razónpráctica, o proclaman la hegemonía de la voluntadcomo Nietzsche, o ponderan el valor del hecho moralcomo Comte, o sostienen con Adam Smith que «las cua-lidades más útiles son un alto grado de inteligencia y dedominio sobre sí mismo» seguidos, en cuanto a consi-derar como genuino fundamento educacional el des-arrollo pleno de la voluntad y la formación del carácter

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principal determinante de la personalidad, por todos losmodernos pedagogos, desde Pestalozzi a Herbart y desdeBain a Barth, Lange Ziegler y Natorp.

Es verdad que de muy antiguo y casi sin interrup-ción registra la Historia de la Filosofía larga lista depensadores ilustres que elevan la voluntad por en-cima de las demás facultades anímicas o la declaranúnico resorte del alma, bien como propiedad simpleo como integración del funcionar espiritual. En efecto,Sócrates, si bien admite dos facultades del alma, el sen-timiento y la inteligencia, entiende que ambas inclinany determinan al hombre a la acción, y al igual que todoslos sabios de la antigüedad clásica, cree que la verda-dera educación consiste en la formación de la voluntad.Aristóteles reputa la voluntad como función de las fa-cultades sensitivas e intelectivas; para él, es el apetitoracional caracterizado, como especial potencia que nodepende de ninguno de los elementos de que es resul-tante, por la libertad, que es como si el instinto al acla-rarse cambiara de naturaleza, con la singularidad deque, en un sentido, esta libertad no es libre, porque tiendenecesariamente al bien; pero sí en otro, o sea en cuantopuede elegir los medios para lograrlo. Concede tal im-portancia a la voluntad, que sostiene que toda virtud ovalor es un estado de voluntad consciente, O axis proaifatique, Esto piensan con escasa modificación santo To-más y la escolástica. Duns Scotto es más radical, por-que entiende que la razón está dominada por la voluntad.

Descartes, aunque distingue claramente la voluntady la inteligencia, que identifica con la sensibilidad, re-duce éstas a un papel meramente pasivo, mientras quetiene a la primera por el prototipo de la actividad. Para

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él, la inteligencia es limitada y fatal y la voluntad infi-nita y libre; por eso «podemos hacer una cosa o no ha-cerla». De modo parecido opinan Pascal, Malebranchey Leibnitz. Secuaces de Descartes son también en lo mo-derno Secretan, Renouvier y Brochard, entre otros, pues-to que consideran, como él, a la voluntad el principio dela creación, identificándola, como la identifica el maes-tro, con el sum qui sum de Jehovah, por donde en El esantes la voluntad que el entendimiento. Kant mismocomulga en esta doctrina voluntarista cuando colocaen el noumeno el principio supremo, incognoscible paranosotros, del universo fenomenal; cuando opone esteprincipio, como libertad absoluta, al determinismo uni-versal de la Naturaleza y cuando, en su Metafísica de lasCostumbres, señala dos fines generales a la educación:la propia perfección y la felicidad ajena, comprendien-do en la primera tanto el desarrollo de todas las fuerzascorporales y anímicas a que debe aspirar para hacersedigno de la humanidad que en él vive, como la cultura,es decir la formación de la voluntad, hasta llegar a la ver-dadera virtud. Muy semejante a este es el pensar de unfilósofo y economista polaco, no por poco conocidomenos meritorio por sus importantes trabajos en unay en otra ciencia, Cieszkowsky, quien en su original doc-trina acerca de las antinomias de la voluntad, nos indicalas limitaciones naturales de la voluntad individual yal propio tiempo los medios de suprimirlas, gracias alacuerdo voluntario entre el individuo libre y su Creador,que le asegura no sólo la mayor armonía posible con sussemejantes, sino también una influencia incontestablesobre la naturaleza animal y sobre la naturaleza vege-tal, como mundos inferiores que son al reino humano.

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Schopenhauer no es maravilla que vea en la voluntadel verdadero principio metafísico de las cosas y que laconsidere con superioridad manifiesta sobre la inteli-gencia, acompañándole en este culto por la voluntadfilósofos como Boutroux y Bergson y todo el pragma-tismo moderno. Hay, como se aprecia por esta rápidarevista de opiniones, una genuina escuela filosófica opsicológica voluntarista, de la que no están tampocomuy distanciados ni Wundt, sosteniendo que sólo cuan-do una representación encuentra un cierto tono senti-mental puede servir de motivo a la voluntad, es decir,puede conducir a representaciones posteriores o movi-mientos, ni Spencer pretendiendo que todo placer eleva elnivel de la vida y en cambio el dolor lo hace descender,y recíprocamente todo lo que activa el proceso de la vidanos es grato y todo lo que la estorba desagradable, nimucho menos nuestro Balmes cuando esculpe en El Cri-terio estas frases lapidarias. «El hombre tiene siempreun gran caudal de fuerzas sin emplear: y el secreto dehacer mucho es acertar a explotarse a sí mismo. Paraconvencerse de esta verdad basta considerar cuánto semultiplican las fuerzas del hombre que se halla en aprieto;su entendimiento es más capaz y penetrante; su cora-zón más osado y emprendedor; su cuerpo más vigoroso.¿Y esto por qué? ¿Se crean acaso nuevas fuerzas? No,ciertamente; sólo se despiertan, se ponen en acción, seaplican a un objeto determinado. ¿Y cómo se logra esto?El aprieto aguijonea la voluntad, y esta despliega, pordecirlo así, toda la plenitud de su poder; quiere al fincon intensidad y viveza, manda con energía a todas lasfacultades que trabajen por encontrar los medios a pro-pósito, y por emplearlos una vez encontrados; y el hom-

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bre se asombra de sentirse otro, de ser capaz de llevara cabo lo que en circunstancias ordinarias le parecieradel todo imposible. Lo que sucede en extremos apura-dos debe enseñarnos el modo de aprovechar y multi-plicar nuestras fuerzas en el curso de los negocioscomunes. Regularmente, para lograr un fin, lo que senecesita es voluntad, voluntad decidida, resuelta, firme,que marche a su objeto, sin arredrarse por obstáculosy fatigas. Las más de las veces no tenemos verdaderavoluntad, sino veleidad; quisiéramos, más no queremos;quisiéramos, si no fuese preciso salir de nuestra habitualpereza, arrostrar tal trabajo, superar tales obstáculos;pero no queremos alcanzar el fin a tanta costa; emplea-mos con flojedad nuestras facultades, y desfallecemosa la mitad del camino. »

Y voluntaristas cálidos, decididos partidarios de ha-cer del hombre una voluntad, un carácter, Emerson,el gran Emerson, el filósofo, el sabio de los días ordina-rios, de esos días que son en suma la substancia de nues-tro ser, al expresivo decir de Maeterlinck, que escribecosas como estas: «el carácter es aquel orden moral vistoa través de una naturaleza individual». Un individuoes una especie de vallado; en él, el tiempo y el espacio,la libertad y la necesidad, la verdad y el pensamiento,no permanecen libres; el universo tórnase un recintocercado. Todo lo que hay en ese hombre está matizadode su color. Comunica a todo lo que toca, a cuanto supensamiento puede alcanzar, algo de lo que está en sí;su tendencia no es perderse en la inmensidad, sino quepor larga que sea la curva, todos sus esfuerzos tiendenfinalmente a su propio bien. Anima todo lo que puedey no ve sino lo que anima. Comprende el mundo—lo

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mismo que el patriota comprende su país — como unabase material de su carácter, como el teatro de sus ac-ciones. Un alma sana se une a lo Verdadero, a lo Justo,como el imán sigue la dirección del polo, de manera queaparece a los hombres como un objeto transparenteentre ellos y el sol, y cualquiera que viaje hacia el sol,viaja hacia aquella alma. Por eso es intermediariade la más elevada influencia para todos aquellos queno están en el mismo nivel. Por ello los hombres decarácter son la conciencia de la sociedad a que perte-necen. Y voluntarista nuestro nunca bien lloradomaestro, el maestro, don Francisco Giner de los Ríos,que al morir se ha llevado con un pedazo de nuestrocorazón, un pedazo del corazón de España, en triste yquizá muy larga orfandad de la enorme influencia edu-cadora que ha ejercido y ejerce, a través de sus ge-neraciones de discípulos, que se rendían a ella, unosvoluntariamente y otros hasta contra toda su voluntad,subyugados por la fuerza irresistible de su sublime ca-tequesis de verdadero filósofo, cuando entre mil cosasanálogas decía: «Sin duda conocer el fin y la ley funda-mental es la primera condición para debidamente rea-lizarla; pero condición y no más, no causa». Aquí radicael valor inmenso de la instrucción para la educación ycultura del individuo y de la sociedad y juntamente ellímite de lo que puede y debe esperarse de ella, en ge-neral del conocimiento y, por tanto, de la ciencia misma.Los principios no vienen por sí solos a la vida; en estesentido nada más justo que la nota de impotencia prác-tica que a las ideas así entendidas arroja con sumo tinoun discreto contemporáneo (Lotze en su célebre Mono-grafía sobre la idea de la Vida en el Diccionario de Wag-

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ner). De igual manera que sin las fuerzas y proceso es-pecíficos naturales fuera inútil empeño el de buscar larealización del tipo normal y director en el individuofísico, ni hablar de «ideas naturales», así la riqueza y fe-cundo valor de los primeros principios de la vida mo-ral son letra muerta sino pasan de puros pensamientosen abstracta generalidad. Mientras el hombre, a seme-janza del legislador en la esfera jurídica, no quiere o nosabe derivar de la contemplación absoluta de las cosasla regla particular que en cada caso constituye su ex-presión viva y concreta; mientras no abraza esa reglacon amor; mientras el poder ejecutivo de la voluntadno se resuelve a ponerla por obra, puede en verdad pen-sar y discurrir grandes cosas: jamás espere hacerlas, yel divorcio entre la convicción teórica, por sincera quela supongamos, y la conducta que debiera conformarcon ella, estallará al primer conflicto grave de su honorcon su interés, o con sus afecciones, o con la opinión,o con su propio irracional deseo. La inteligencia por símisma da luz, mas no calor. Sólo aquello que es recibidoen la unidad y plenitud de la conciencia, y convertidoya en sangre, penetra y circula y se difunde por todonuestro sér, como alza de la vida, es capaz de gober-narla rectamente.

Pero no han quedado aquí en pura teoría, en purapedagogía ordinaria, digámoslo así, estos enamoramien-tos de la voluntad y del carácter. «Muchos grandes es-píritus apasionados por el problema de la voluntad, es-cribe el ilustre pensador Lutoslawscki en su formidablelibro Volonté et Liberté, se han esforzado en crear mé-todos para lograr el dominio de sí mismo y una volun-tad estable que no tenga que renegar nunca de sus de-

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cisiones; y estos hombres de genio han tenido discípulosy han formado escuelas de la voluntad que existen desdela antigüedad más remota ligadas frecuentemente yestrechamente con la vida religiosa».

Efectivamente, antiquísima es la religión brahmá-nica importada en América, entrado el siglo XIX, por elfamoso Vivekenanda, inspirado en las doctrinas del ini-ciador del movimiento, Ramakrisna, cuyo fin único esamoldar la voluntad humana a la divina, hasta llegara la identificación con Dios, al Nirvana—liberación detodos los males, felicidad eterna mediante la anulaciónde la personalidad—que es lo que convierte al hombreen yogui, el cual, sometiéndose voluntariamente a unasevera disciplina, logra domar su cuerpo y hacersedueño de su pensamiento, de sus emociones y de susdestinos.

Es imposible negar que la Iglesia cristiana y católicaes una gran escuela de dominio de la voluntad, ni des-conocer por tanto la inmensa fuerza moral que ha des-plegado en los largos siglos que lleva de existencia va-liéndose de medios esencialmente diferentes de los ar-bitrados por otras religiones, toda vez que fía su fuerzaespiritual a la virtualidad de los sacramentos, signossensibles de la gracia espiritual y medio material de ob-tenerla y perfectos estimulantes de la fe que obra mila-gros en la voluntad, por ejemplo, el de romper por mediode la contrición todo un pasado de vicios y hasta de crí-menes.

Ha podido decir, con verdad, Lutoslawscki que la eco-nomía de los sacramentos penetra en la vida toda delfiel desde su nacimiento hasta su muerte y la entrenaen una corriente de gracia emanante de una fuente única

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y capaz, por consiguiente, de acrecer la armonía indi-vidual y la armonía social de las voluntades que se so-meten a su acción. Este sistema es el mayor esfuerzoque jamás haya podido dirigir y desarrollar la voluntadhumana y merece la atención aun de los que no puedenparticipar de la fe que lo ha inspirado.

En este rapidísimo recuento de los sabios y las sectasque pretenden refrenar la voluntad, considerándola, porsupuesto, como la facultad activa por excelencia, y porlo tanto, la más influyente en la formación del caráctero sea, de la personalidad, no debemos olvidar el mar-cado movimiento que desde la independencia de losEstados Unidos se advierte en esta tierra, que porprestarse tan excelentemente a todo género de expe-riencias bien pudiera llamarse el laboratorio social delmundo, en pro de la perfección moral del individuo, perotambién de la mejora de la especie. Datan los primerosesfuerzos en este orden de Conrado Beizel y su coloniade Ephrata, y muy particularmente del proselitismo sin-gular de la célebre Ana Lee, fundadora en 1770 de laSociedad de los shakers o tembladores, a causa de losmovimientos rítmicos a que se entregaban en sus re-uniones religiosas. Todos ellos aspiraban a la perfecciónmoral por medio de la castidad, aun entre los esposos,y por la abstención del alcohol y del tabaco. Formabancomunidades algo parecidas a las religioso-cristianas,pero que difieren de ellas en cuanto se conserva lavida de familia procurando su perfección, y en quelas tales comunidades viven del trabajo y no de la ca-ridad y atribuyen gran valor a la higiene y a la saludperfectas.

Son dignos de mención especial los revivals, a modo

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de epidemias psíquicas, fruto de la apasionada propa-ganda de esos profetas y apóstoles que originaron la co-munidad de los perfeccionistas de Noyes, quien predicabaque la oración, el ayuno y los ejercicios físicos y espiri-tuales, además de disponer admirablemente para unavida intensamente activa, evitaban las enfermedades,principalmente si iban acompañados de la supresión detoda excitación sexual, lo que preparaba para la pro-creación de hijos libres de tentaciones pecaminosas,llegando así por selección al mejoramiento físico, inte-lectual y moral de la raza de los hombres.

Los descubrimientos o las visiones espiritistas deter-minaron en América una reacción moral contra el ex-cesivo amor a las riquezas, que establecía el extraor-dinario crecimiento de su industria, de su agriculturay de su comercio, por lo que pudieran significar comoresurgimientos de la creencia en un mundo invisible.El pastor Harnis y el publicista Oliphamt, antiguo di-plomático, crearon la comunidad denominada Moun-tain Cove Community, de fines no muy bien definidos,pero que, a juzgar por lo que uno y otro han declaradoen sus obras, partían del optimismo excesivo a queconducían, sobre todo al primero, sus visiones y expe-riencias psíquicas extrañas y hasta únicas en su gé-nero, acerca de las posibilidades a que puede llegar unanaturaleza regenerada por una vida de castidad y unamor a Dios sobre todas las cosas.

Se afina y se define esta tendencia en el sistema co-nocido con el nombre de New Thought o disciplina dela voluntad. Con decir que a su frente estaba el granEmerson, cabe calcular su importancia. Con él actua-ban Davis, famoso por haber iniciado el espiritismo

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americano, y el médico Quimby, que fué el primero enafirmar el poder del pensamiento sobre la salud, y dela voluntad sobre el pensamiento, bastando, por lo tanto,para sanar librarse de la idea de la enfermedad; y ex-tendiendo esta creencia, pretenden los partidarios delNew Thought que la voluntad ejerce un influjo incon-trastable no sólo sobre la salud, sino sobre todas las con-diciones materiales y morales de la vida.

Y, para no hacer interminable este árido relato, no ha-blaremos del fletcheranismo o limitación del alimentoy perfección de la masticación, ni del deweyanismo o sis-tema del ayuno absoluto durante largos días, como me-dios de curación y de prevención de las enfermedades,que, como se advierte, no son más que disciplinas de lavoluntad.

Los libros de Marden, sin caer en ninguno de tales ex-tremos y exageraciones, encaminan el espíritu humanoa la perfección y contribuyen de un modo definitivo a laformación del carácter del hombre, le orientan y esta-blecen el firme imperio de la razón combatiendo la abulia.

Esto es, señores y señoras, lo poco, lo poquísimo queyo puedo deciros del tema de lo que alguien, que no hesido yo, ha querido llamar Prólogo del Cursillo de Auto-educación o de dominio de la voluntad.

ADOLFO BUYLLA

Libros que deben preferirse para la educaciónde la voluntad y la formación del carácter________

Obras de Marden

¡Siempre Adelante!—Abrirse paso. —El poder del pensamiento. —La iniciación en los negocios. —La alegría del vivir.

Biblioteca de cultura y civismo

El perfecto ciudadano. —Consejos a los padres.

Obras de Ch. Wagner

Juventud. —Junto al hogar. —Lo que siempre hará falta. —Valor.—Sonriendo. —Vida sencilla. —A través de las cosas.

Obras de Silván Roudés

El hombre que hace fortuna. —Para abrirse camino en la vida.

Obras de Rodolfo W. Trine

En armonía con el Infinito. —Vida nueva. —La ley de la vida. —Elcredo del caminante. —La mejor ganancia. —El respeto a todosér viviente.

Obras varias

Fray Adriano Suárez, levántate y andaArturo Cuyás, Hace falta un muchacho.Aureliano Abenza, Caminos para el érfto.Baltasar Gracián, El héroe y el discreto.Payot, La educación de la voluntad.Taine, La inteligencia.P. Van Caenegen, Los comerciantes del siglo XX.W. H. Coitingam, Para triunfar en los negocios.W. Joudray, La ciencia de los negocios.

N O T A . —Exis ten numerosos libros disfrazados que n o contienenmás que un falso t í tulo que sirve de cebo pa ra pescar incautos.

Desconfiad de esos libros, pues nada aprenderéis en ellos.