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NÓMADAS 188 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA Desde hace varios años, el teórico argentino Walter Mignolo ha sido reconocido como uno de los primeros pensadores latinoamericanos que asumió creativamente los debates académicos en torno a la “condición poscolonial”. Su libro de 1995, The Darker Side of the Renaissance, gozó de amplia discusión tanto en los Estados Unidos como en América Latina y es tenido ya como un verdadero “clásico” de los estudios poscoloniales latinoamericanos. Hoy en día, Walter Mignolo, junto con Aníbal Quijano y Enrique Dussel, es conocido como una de las figuras “paternas” de la llamada red modernidad/colonialidad, cuyas publica- ciones e intervenciones han gozado de extensa recep- ción en varios sectores de la academia latinoamericana. Nelson Maldonado-Torres: Walter, cuéntanos pri- mero en qué tipo de entorno familiar, cultural o educativo creciste en la Argentina y de qué modo influenció tus pos- teriores inclinaciones profesionales. Walter Mignolo: Nací y me crié en el campo, en la pampa gringa chica (sudeste de la provincia de Cór- doba), que está más o menos en el centro del país, entre Buenos Aires y la ciudad de Córdoba, y limita con la provincia de Santa Fe. Una zona donde llegó una gran parte de la inmigración italiana a partir de fines del siglo XIX. Corral de Bustos, que ves en el mapa entre Marcos Juárez al norte y La Carlota al sur, está entre el antiguo camino real (de Buenos Aires a Lima) y el camino de frontera (de Buenos Aires a Río Cuarto, a la izquierda en el mapa), territorio de los indios Ranqueles, donde llegó Lucio V. Mansilla en una de las campañas de mediados del siglo XIX desti- nadas a limpiar las pampas de indios para producir cereales y carnes para el mercado internacional (In- glaterra y Estados Unidos, principalmente). Nací y me crié en el campo y mi padre, que era jornalero, deci- dió mudar a Corral de Bustos para que yo pudiera ir a la escuela. Pues, ese es un momento importante de mi vida y formación. Hice la escuela primara y secunda- ria en Corral de Bustos. Familias grandes. Tanto mi padre como mi madre eran unos de los hijos e hijas de familias de 10 hijos/as cada una. De modo que me crié en un ambiente cam- pesino y pueblero; familiar y cariñoso; rodeado de abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas. Mis abuelos y abuelas eran todos italianos. De modo que yo soy “pura sangre”, nada de mestizaje e hibridación. A nivel biológico, claro. A nivel cultural, los descen- dientes de europeos en América estamos mezclados de alguna manera, nos habita y habitamos un tipo particular de doble conciencia, lo admitamos o no. Somos casi europeos en un ámbito de indígenas y mes- tizos/as (uno de los sentidos que tiene la palabra “crio- llo” y “criolla” en Argentina) que habitan el “interior” (es decir, no en Buenos Aires), y de afrodescendientes no visibles en la Argentina “moderna” (construida a partir de 1860), pero de una presencia fuerte antes de esa fecha, y muy visible durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Del ambiente de Corral de Bustos, donde viví des- de los 7 hasta los 19 años, quizás hasta los 20 (debido a que en segundo año de secundaria abandoné los es- tudios y después de dos años decidí terminar la secun- daria como estudiante “libre”), quedaron firmes en la memoria algunos hitos. El “sentir” la diferencia –de manera borrosa en la razón pero clara en el corazón– de ser hijo de italianos y campesinos en un pueblo donde mis amigos eran hijos/as de doctores, aboga- dos, notarios públicos. Ese “sentimiento” volvió de alguna manera cuando me fui a París a estudiar semió- tica. La diferencia se daba en un sentido de no perte- nencia, aunque había leído ya en Argentina, en la universidad de Córdoba, a Levi-Strauss, Barthes, Foucault, Derrida, Greimas, Genette, etc., y en fin, el estructuralismo y post-estructuralismo que estaba en debate. Cuando llegué a los Estados Unidos el fantas- ma de la diferencia volvió a aparecer en otro ámbito Walter Mignolo, en Berkeley con Anibal Quijano y Enrique Dussel. Archivo personal

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NÓMADAS188 NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA

Desde hace varios años, el teórico argentinoWalter Mignolo ha sido reconocido como uno de losprimeros pensadores latinoamericanos que asumiócreativamente los debates académicos en torno a la“condición poscolonial”. Su libro de 1995, The DarkerSide of the Renaissance, gozó de amplia discusión tantoen los Estados Unidos como en América Latina y estenido ya como un verdadero “clásico” de los estudiosposcoloniales latinoamericanos. Hoy en día, WalterMignolo, junto con Aníbal Quijano y Enrique Dussel,es conocido como una de las figuras “paternas” de lallamada red modernidad/colonialidad, cuyas publica-ciones e intervenciones han gozado de extensa recep-ción en varios sectores de la academia latinoamericana.

Nelson Maldonado-Torres: Walter, cuéntanos pri-mero en qué tipo de entorno familiar, cultural o educativocreciste en la Argentina y de qué modo influenció tus pos-teriores inclinaciones profesionales.

Walter Mignolo: Nací y me crié en el campo, enla pampa gringa chica (sudeste de la provincia de Cór-doba), que está más o menos en el centro del país,entre Buenos Aires y la ciudad de Córdoba, y limitacon la provincia de Santa Fe. Una zona donde llegóuna gran parte de la inmigración italiana a partir defines del siglo XIX. Corral de Bustos, que ves en elmapa entre Marcos Juárez al norte y La Carlota al sur,está entre el antiguo camino real (de Buenos Aires aLima) y el camino de frontera (de Buenos Aires a RíoCuarto, a la izquierda en el mapa), territorio de losindios Ranqueles, donde llegó Lucio V. Mansilla enuna de las campañas de mediados del siglo XIX desti-nadas a limpiar las pampas de indios para producircereales y carnes para el mercado internacional (In-glaterra y Estados Unidos, principalmente). Nací y mecrié en el campo y mi padre, que era jornalero, deci-dió mudar a Corral de Bustos para que yo pudiera ir ala escuela. Pues, ese es un momento importante de mivida y formación. Hice la escuela primara y secunda-ria en Corral de Bustos.

Familias grandes. Tanto mi padre como mi madreeran unos de los hijos e hijas de familias de 10 hijos/ascada una. De modo que me crié en un ambiente cam-pesino y pueblero; familiar y cariñoso; rodeado deabuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas. Misabuelos y abuelas eran todos italianos. De modo queyo soy “pura sangre”, nada de mestizaje e hibridación.

A nivel biológico, claro. A nivel cultural, los descen-dientes de europeos en América estamos mezcladosde alguna manera, nos habita y habitamos un tipoparticular de doble conciencia, lo admitamos o no.Somos casi europeos en un ámbito de indígenas y mes-tizos/as (uno de los sentidos que tiene la palabra “crio-llo” y “criolla” en Argentina) que habitan el “interior”(es decir, no en Buenos Aires), y de afrodescendientesno visibles en la Argentina “moderna” (construida apartir de 1860), pero de una presencia fuerte antes deesa fecha, y muy visible durante el gobierno de JuanManuel de Rosas.

Del ambiente de Corral de Bustos, donde viví des-de los 7 hasta los 19 años, quizás hasta los 20 (debidoa que en segundo año de secundaria abandoné los es-tudios y después de dos años decidí terminar la secun-daria como estudiante “libre”), quedaron firmes en lamemoria algunos hitos. El “sentir” la diferencia –demanera borrosa en la razón pero clara en el corazón–de ser hijo de italianos y campesinos en un pueblodonde mis amigos eran hijos/as de doctores, aboga-dos, notarios públicos. Ese “sentimiento” volvió dealguna manera cuando me fui a París a estudiar semió-tica. La diferencia se daba en un sentido de no perte-nencia, aunque había leído ya en Argentina, en launiversidad de Córdoba, a Levi-Strauss, Barthes,Foucault, Derrida, Greimas, Genette, etc., y en fin, elestructuralismo y post-estructuralismo que estaba endebate. Cuando llegué a los Estados Unidos el fantas-ma de la diferencia volvió a aparecer en otro ámbito

Walter Mignolo, en Berkeley con Anibal Quijano y Enrique Dussel. Archivo personal

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de no-pertenencia. El “descubrimiento” de lo que amediados del setenta se conocía como “chicanos” mehizo descubrir lo que significaba ser ítalo-argentino.

Quizá por ese sentimiento de la diferencia (eso lopensé mucho más tarde, claro), se dio el segundo hito:mis lecturas apasionadas, en Corral de Bustos, deCamus y Kafka. En esos momentos no podía entenderque la diferencia habitaba, y ellos la habitaban, la obrade Camus y Kafka. Pero intuyo que el impacto queambos tuvieron en mi formación, que fue grande, sedebe en gran parte a la diferencia que nos habita. Cla-ro, en ese momento no estaba en condiciones ni deentender la diferencia, ni de lo que significaba ser ju-dío en Praga, un pienoire en París, o chicano/a en Esta-dos Unidos; ni tampoco relacionar todo eso con mibiografía de ítalo-argentino, también del campo.

La lectura de El mito de Sísifo me enganchó con lafilosofía. Por eso terminé el bachillerato como estu-diante libre, y me fui a la ciudad de Córdoba a estu-diar filosofía.

NMT: Después de terminar la universidad en Argenti-na, viajaste a Francia para continuar con tus estudios deposgrado. ¿Qué te motivó para hacer tal elección? ¿Quéprofesores tuviste en Francia y cómo era el ambiente acadé-mico francés en el campo de las ciencias humanas? Cómose posicionó la semiología frente a las propuestas teóricas depersonajes como Foucault, Deleuze, Guattari, Derrida, etc.?

WM: En 1968 competí por una beca que ofrecíala universidad para estudios en el extranjero. La gané

y allí llegué, a la Ecole des Hautes Etudes. La motiva-ción era clara: entre las actividades que mencioné,estaban también las lecturas del estructuralismo y post-estructuralismo francés. Había un marcado comerciode gentes y de libros entre Francia y Argentina. Demodo que leíamos en francés a Levi-Strauss (en losseminarios de antropología antes mencionado); Barthes(en los seminarios de literatura con Jitrik), Foucault yDerrida por nuestra propia cuenta y los psicoanalistas(como Marcelo Pasternak y Néstor Braustein, princi-palmente). Eliseo Verón, en Buenos Aires, había ini-ciado otra vía de la semiología, una semiología social,análisis de publicidad, de discursos políticos, etc., peromuy conectado con París. En fin, todos los caminosconducían a París.

En París ingresé a la Escuela de Altos Estudios, lasección VI, creo que era, de Lingüística y Semiología.Mis mentores eran Roland Barthes (a quien escribídesde Argentina preguntando si me aceptaría en suseminario) y Gérard Genette, que en ese momentoera maitre assistant de Barthes. El sistema de postgradoen la Ecole era muy abierto. Tomé las clases de Barthesy Genette, obligatorias aunque no bajo presión, y asistíaa las de Algirdas Greimas, puesto que estaba muymetido en el estructuralismo. También a las de OswaldDucrot, que hacía una especie de pragmática del dis-curso, ligado también a la filosofía de la mente y lapragmática, que en Inglaterra en esos momentos capi-taneaba J.L. Austin con su influyente Cuando decir eshacer. Y de vez en cuando asistía a los cursos de EdgarMorin y Louis Marin, y un par de veces a los deChristian Metz, que hacía semiótica del cine. Pero enParís me fui alejando de las actividades relacionadascon el cine. ¡Sólo me dedicaba a ver películas!

Uno de los debates en el ámbito en el que yo memovía era entre Tel Quel y el seminario de Greimas. YBarthes, por cierto, estaba del lado de Tel Quel (don-de estaban también Philip Soller y Julia Kristeva). AFoucault lo seguí leyendo porque ya me había intere-sado en sus trabajos en Argentina. También a Derrida.Pero no había muchos cruces, excepto que Derridaestaba también ligado al grupo de Tel Quel. Deleuze yGuattari aparentemente no eran tópico en los círcu-los en los que yo me movía porque recién leí el Anti-edipo en 1973. Lo recuerdo porque fue mi primerregreso a Argentina y lo leí en los diez días de cruceroen barco, desde Lisboa a Buenos Aires.

Walter Mignolo, en Bogotá con Fernando Coronil, 1999. Archivo personal

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En lo personal, comencé a “desviarme”. A travésdel seminario de Ducrot me interesé en Austin y enChomsky, no tanto el lingüista como el epistemólogo.Un artículo de Chomsky sobre la epistemología y lalingüística, no recuerdo bien el título, fue un impacto.Ese artículo fue un punto de referencia para Teun vanDijk, en Amsterdam, y Siegfried Schmitt en Belifield,que trabajaban teoría del discurso y epistemología,enganchados con la epistemología de las ciencias du-ras (Feyereband, Sneed). Schmitt se interesaba en lasinvestigaciones de Humberto Maturana y FranciscoVarela, El árbol del conocimiento, pero también variosartículos sobre neurobiología y cognición, se entrela-zaban en sus reflexiones meta-teóricas. El conceptode auto-poiesis era fundamental para Schmitt. Lo fuetambién para mí en la introducción a The Darker Sideof the Renaissance, explícito en la introducción, peroque subyace al argumento. Por ahí me metí y seguí esalínea, mezclada con otras, al menos hasta principiosde 1980. Me vinculé con Janos Pettofi que en esosmomentos tenía varias actividades, como seminariosen Urbino y edición de libros además de su propiaproducción sobre teoría del discurso. En este campo,sí había tensiones entre van Dijk y Schmitt, por unlado, y las escuelas de París, por otro. Los dos prime-ros creían en la ciencia y en la filosofía de la ciencia yveían a los parisinos como “metafísicos”. Los parisinosno comulgaban mucho con la filosofía de la cienciaen el ámbito anglosajón.

La semiología estaba fundada sobre una presun-ción fuerte de universalidad lógica. De modo que lade-construcción, la arqueología del saber, la machinedésirante, etc., estaban fuera del proyecto de la cienciaque era el ancla para las orientaciones lingüísticas,discursivas y semióticas. Schmitt estaba empeñado enfundar una ciencia de la literatura, en la tradición ale-mana, renovada por la filosofía de la ciencia. Esta ten-sión se comprobó en el cambio que dio Roland Barthescuando después de escribir la semiología del relato yel libro sobre la moda, pasó a S/Z. Es decir, pasó alámbito de la reflexión hermenéutica más queepistemológica (en el sentido de filosofía de la cien-cia). A mí me llegó ese momento a principios o me-diados de los ochenta.

NMT: Tus primeros trabajos se orientaron hacia losestudios coloniales latinoamericanos. ¿Podrías hablarnosde esos trabajos? ¿Cómo los valoras hoy? Luego te moviste

hacia el campo de los estudios poscoloniales. ¿Qué motivóeste cambio de dirección?

WM: No, verdad que no. Los estudios coloniales–como les llamas– fueron mi segunda encarnación. Miprimer artículo, publicado 1971 en Caravelle, una re-vista de humanidades de la universidad de Toulouse,fue co-escrito con Jorge Aguilar Mora. El título era“Borges, el libro y la escritura”, un artículo de facturaderrideana, haciéndonos eco de De la grammatologie.Mi segundo artículo, de 1972, fue publicado en Nue-va Revista de Filología Hispánica, del Colegio de Méxi-co. El título era “La dispersión de la palabra. LosHeraldos Negros de César Vallejo”, un análisis estruc-tural y una reflexión cuasi-derrideana. Hasta princi-pios de los ochenta publiqué varios artículos queoscilaban entre la literatura, el estructuralismo, la gra-mática generativa y la filosofía del lenguaje. Por ejem-plo, “Emergencia, espacios, mundos posibles. Laspropuestas epistemológicas de Jorge Luis Borges”. Enfin, varios de estos artículos salieron recogidos en unlibro, Textos, modelos y metáforas, publicado en 1986por la Universidad Veracruzana, en Jalapa, México.Paralelo a estas investigaciones, hacía otras relaciona-das con el análisis del discurso y sobre las relacionesentre ficción y literatura. Sobre lo primero hay unoscuatro artículos en inglés publicados en libros editadospor Ladislav Matejka, Janos Petoffi, Anderson y Merrell.Publiqué también artículos en castellano, y todo esofue a parar en un libro publicado por la UNAM, en1984: Teoría del texto e interpretación de textos, donde lareflexión hermenéutica y epistemológica dialogan. Me

Walter Mignolo, en Sevillac on Rolena Adorno y David Adorno, 1991. Archivo personal

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ocupo del realismo mágico y de la literatura fantásti-ca, de las condiciones de la ficción literaria, en fin, yhago un análisis largo y pormenorizado de Yo, el Su-premo de Augusto Roa Bastos. A finales de los ochen-ta esta etapa llegaba a su fin y comenzaba, ahora sí, miencarnación “colonial”. En el medio de todo esto apa-reció mi primer libro, Elementos para una teoría del tex-to literario, publicado por editorial Crítica, enBarcelona. Este fue un libro basado sobre la tesis doc-toral en l’Ecole des Hautes Etudies, pero muy cambiada.

En 1981 y 1982 salieron dos artículos, largos tam-bién. El segundo una monografía que, por un lado, fueel comienzo de lo que luego sería The Darker Side ofthe Renaissance y, por otro, marcó un hito en los estu-dios coloniales, junto con la intervención de RolenaAdorno y sus trabajos seminales sobre Waman Pomade Ayala. Estos dos artículos fueron “El metatextohistoriográfico y la historiografía indiana”, publicadoen Modern Languages Notes, en John HopkinsUniversity; y “Cartas, crónicas y relaciones del Des-cubrimiento y la Conquista”, una colección de traba-jos publicados por Editorial Cátedra, en Madrid, en1982. En fin, estos dos trabajos fueron el inicio de midedicación a la historiografía renacentista y lahistoriografía de Indias, que se mezclaron con cuestio-nes lingüísticas y cartográficas.

NMT: Háblanos un poco de tu experiencia universi-taria en los Estados Unidos. Primero estuviste en Indiana,luego en Duke. ¿Qué posiciones ocupaste en estas institu-ciones? ¿El hecho de haber realizado tu carrera académica

en los Estados Unidos y no en Latinoamérica ha favoreci-do tus proyectos intelectuales?

WM: Comencé en la Universidad de Indiana, en1973. Estaba en Francia, cuando Heitor Martins meinvitó a dar cursos de semiótica y teoría literaria. Es-tuve un año y medio en Indiana y me fui a Michigan,la Universidad de Michigan en Ann Arbor, en setiem-bre de 1974. Ahí estuve hasta 1992. Comencé en In-diana y Michigan como profesor visitante. En Michiganhice todo el escalafón: de profesor visitante a asisten-te, de asistente a asociado y luego a profesor de tiem-po completo. A Duke llegué en enero de 1993, en elprograma de literatura y en el Departamento de Estu-dios Romances y al poco tiempo fui designado comoDecano (Chair) del Departamento. Hacia el final deese período me nombraron catedrático “William H.Wannamaker”. Después de terminar la decanaturatome un año de sabático, y comencé a trabajar con elCenter for Global Studies and the Humanities, un insti-tuto modesto asociado al John Hope Franklin Centerfor Interdisciplinary and Internacional Studies de la Uni-versidad de Duke.

En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, esuna de “El jardín de senderos que se bifurcan”. En pri-mer lugar, mis proyectos intelectuales no preceden sinoque son parte del proceso de comenzar en Argentina,viajar a Francia y luego a Estados Unidos. Hay unalínea que conecta la experiencia en estos tres lugaresy de la que fui consciente apenas en Estados Unidoscuando “descubrí” lo que significaba ser chicano/a olatino/a. Ahí me di cuenta de que en Argentina erahijo de inmigrantes del interior del país y que nuncasentí que pertenecía al país. En Francia, uno era“sudaca” como decían en Madrid, o el ejemplo deldernier gadget d’outremer que consumía la intelec-tualidad francesa a través de las novelas del “boom”.Y en Estados Unidos descubrí que era latinoamerica-no y blanco, pero no tan blanco, y que también era“hispano”. Curioso que la categoría hispanic entra enel vocabulario estatal durante la administración deNixon, esto es, por los años en que yo llegué a EstadosUnidos (con lo cual no quiero decir que fue mi llega-da la que alertó a la administración Nixon de que algoestaba pasando con esta gente que viene del Sur).Quizá si no hubiera hecho este recorrido, si me hubie-ra quedado en Argentina, tampoco hubiera re-cono-cido la experiencia de cierto malestar. O tal vez síWalter Mignolo, en París, 2002. Archivo personal

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podría haberla descubierto, como lo hizo RodolfoKusch en Argentina misma, pero “descubriendo” lacultura, historia, conciencia y epistemología aymara yquechua. En fin, seguro que de haberme quedado notendría los proyectos que hoy tengo, tendría otros.¡Quién sabrá cual de los senderos que se bifurcan enel jardín hubiera sido llevado a recorrer!

NMT: Hoy en día se te conoce por ser un animadorpermanente de la red modernidad/colonialidad. ¿Cómo seformó esta red, cómo ves personalmente tu función en ellay la de otros miembros, cómo trazarías sus genealogías in-telectuales, en qué proyectos colectivos han estadoinvolucrados?

WM: Yo diría “uno” de los animadores de la redmodernidad/colonialidad. Es cierto que le puse mu-cho cariño a la red porque es un proyecto que reúneafectividad y pensamiento, epistemología y política.Y lo mejor, como digo a menudo, es un proyecto queno tiene un director o coordinador general, que notiene estatutos, que no tiene una oficina central, queno depende de la generosidad de los organismos inter-nacionales (y en eso tiene libertad de pensamiento yacción). No obstante, cada uno de nosotros trabaja-mos en nuestras universidades y centros de investiga-ción. Es así que la red o proyecto contribuye a cambiosinstitucionales sin ser ella misma una institución. Peroen fin, por eso le puse, le pongo todavía, y le seguiréponiendo cariño. Mi papel fue importante a comien-zos del 2000. Luego aparecieron otros animadores yanimadoras, como Catherine Walsh en Ecuador, Ra-món Grosfoguel en Berkeley y Edgardo Lander enVenezuela (muy metido también en el Foro SocialMundial). Santiago Castro-Gómez ha hecho lo suyoen Colombia, organizando conferencias, publicacio-nes, y estando a disposición del interés que en Colom-bia hay por el proyecto. Ramón Grosfoguel ha sido unanimador internacional, organizando cosas en Berkeley,París, Madrid, Salvador de Bahía, estableciendo vín-culos también en Colombia. Tú, Nelson, eres un ani-mador importante del proyecto tanto en Berkeley,como en tu participación con la Asociación Caribeñade Filosofía. En Salvador de Bahía (Brasil) se estánorganizando cosas y ahora ha iniciado el proyecto deuna academia latina de la ciencia, en Estados Unidos.Me doy cuenta de que en verdad es un proyecto y unared que se toca también con otros proyectos, no sóloproyectos latinos y afro-caribeños de filosofía, sino tam-

bién con el proyecto afro-andino en Ecuador y con losintelectuales indígenas en Ecuador y Bolivia, princi-palmente.

NMT: Has publicado tres libros importantes: TheDarker Side of the Renaissance (1995), Local Histo-ries / Global Designs (2002) y The Idea of LatinAmerica (2006). ¿Cómo estableces la conexión entre estostres trabajos?

WM: Ah, bien interesante esta pregunta porqueestoy revisando el manuscrito de un libro que saldrápronto en Duke University Press titulado I Am WhereI Think: Globalization, Epistemic Disobedience and theDe-colonial Option. En el prefacio explico cómo estelibro es el último de una trilogía no planeada. Trilogíacon The Darker Side of the Renaissance y con Local His-tories/Global Designs. ¿Cuáles son las conexiones? EnThe Darker Side me ocupé de la colonización del ima-ginario, usando una expresión de Serge Gruzinski enel nivel del lenguaje, oral y escrito; de la memoria yde la historia y de la cartografía. Pero también me ocu-pé de las respuestas indígenas a las imposiciones his-pánicas. Tú ves que la mayoría de los estudios sobreglobalización, imperio o imperios, todos cuentan lamitad de la historia: la historia imperial. Es como queel espacio donde el imperio se expande no existiera,la tierra vacía de los primeros momentos de la Con-quista y las mentes vacías de los que habitan las tie-rras vacías. De ahí que me hiciera falta un “método” ysurgió la hermenéutica pluri-tópica, con ayuda deEdmundo Pannikar que se había encontrado ya con elmismo problema en India, en el estudio de las religio-nes. Ahora bien, ves como estos dos elementos se con-vierten en un cordón que se une a Local Histories/GlobalDesigns. Por un lado, las tres esferas de la colonización

Walter Mignolo, en Madrid con exiliados argentinos, 1977. Archivo personal

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que exploré en el primer libro (lenguaje, memoria yespacio), se expanden al conocimiento, a la episte-mología como instrumento de colonización, ocolonialidad del saber. Para ello me fue necesario tra-zar el mapa de la expansión colonial desde el sigloXVI hasta el siglo XX (puesto que el libro lo escribí enla segunda mitad de 1990). No conocía los trabajosde Aníbal Quijano antes de terminar The Darker Side,y sus tesis se convirtieron en una guía crucial para elsegundo libro. Por esos años, incidentalmente, comen-zaba a formarse la red y, por otro lado, me ocupé dedistintas respuestas, en distintos lugares y cuerpos, ala expansión colonial. En este libro la hermenéuticapluritópica se tradujo a pensamiento fronterizo. En elprimer libro Anzaldúa me abrió el camino a las res-puestas de-colonizadoras, diríamos hoy. Para el segun-do me abrió las puertas al pensamiento o epistemologíafronteriza. ¿Cómo se piensa desde la subalternidad?Pues no se puede evitar la imposición imperial pero almismo tiempo no hay que acatarla. Anzaldúa piensacomo mujer y confronta el patriarcado. Piensa comolesbiana y confronta la normatividad heterosexual. Ypiensa como chicana confrontando la supremacíaanglo-blanca.

El tercer libro, como decía, tiene el siguiente tí-tulo: I Am Where I Think: Globalization, EpistemicDisobedience and the De-colonial Option. El título esuna doble inversión del cartesianismo. Rodolfo Kusch,como descendiente de alemanes en Argentina, sin-tió que estaba en un no lugar: ni europeo ni indígenay criollo (refiriéndose al pueblo, del cual en Argenti-na el gauchaje es parte esencial). Descendiente deeuropeos y de clase media, ni lo uno ni lo otro. Llegóa teorizar “la conciencia mestiza” que despegó de lobiológico y la articuló en la cultura, en la subjetivi-

dad y en el pensamiento. Elaboró el ser frente al estar(no como dualidad, sino como co-existencia articula-da en relaciones de poder y de imaginario imperial elprimero, colonial el segundo; en últimas, es compa-tible con la constitutividad de la colonialidad en lamodernidad, es decir, modernidad/colonialidad). Lle-ga entonces a invertir a Descartes y a proponer: “Exis-to, luego pienso”. Es la inversión de-colonial. Ahorabien, por un lado mi experiencia es cercana a la deKusch, como hijo de inmigrantes, pero italianos, enArgentina. Por otro, yo no vengo de la clase mediasino del campesinado transformado en clase obrera.Y por último, a diferencia de Kusch, salí de Argenti-na y mi trayectoria intelectual se hizo en el extranje-ro. Como dije antes, termino siendo percibido como“hispánico” en Estados Unidos. Entonces la inversiónKuscheana no responde a mi experiencia. Tampocola de Anzaldúa, puesto que no soy mujer, no soy ho-mosexual y no soy chicano. Pero las dos reflexiones,la de Kusch y la de Anzaldúa, epistémica y política-mente desobedientes, me permiten llegar al Soy don-de Pienso, en el cual se articulan la geo-política(marcada por la clasificación territorial imperial, porejemplo, tercer mundo, países subdesarrollados, etc.)y la corpo-política (cuerpos y lenguas que está fuerade la epistemología imperial). La experiencia de laherida colonial es común en distintas partes del pla-neta, aunque las historias imperiales y locales especí-ficas varían. Aunque la retórica de la modernidad yla lógica de la colonialidad, transformadas en la su-perficie a través de los siglos se mantenga. De modoque el habitar la frontera, el sentir a distinta escala laherida colonial, esto es, la humillación de ser infe-rior, lleva a la negación que afirma, como teorizaKusch. La negación que niega y cierra el espejismode la totalidad imperial, revela un mundo-otro quese convierte en la morada de un ser que es donde pien-sa. Y en este caso, es en el estar, en la exterioridad,existiendo en la negación imperial, lo que el imperioniega, pero que necesita. En breve, a la globalizaciónepistémica se responde con la desobedienciaepistémica y ello lleva a otra opción de pensamientoy de acción que es la opción de-colonial. ¿Opción enrelación a qué? Por un lado, a los grandes meta-rela-tos imperiales y, por otro, a las formaciones discipli-narias. Santiago, Cathy y Freya también lo habíanvisto cuando editaron el libro Indisciplinar las cienciassociales. Desobediencia epistémica que lleva a la op-ción de-colonial.

Walter Mignolo, en la UNAM - México, 1980. Archivo personal

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Y entonces, ¿Dónde está The Idea of Latin America?Este libro fue escrito por encargo. Andrew McNeillie,editor de Blackwell Publishing House, me propuso laidea. Lo conocí en un MLA. Michael Hardt (el de Im-perio) nos presentó. En ese momento Andrew me pro-puso hacer una antología de uso universitario paraestudios latinoamericanos. No me entusiasmó la idea yahí quedó la cosa. Al tiempo recibí un mensaje deAndrew, que pasaba por Durham y que tenía “el pro-yecto” para mí. Nos juntamos en el Marrito, donde sehospedaba, y me lanzó la idea de “la idea de AméricaLatina”. Eso sí me entusiasmó y lo acepté de inmediato.

Pues este libro retoma y desarrolla asuntos de losanteriores. El primer capítulo es una extensa nota alpie de The Darker Side, orientada hacia la apariciónde América en la conciencia europea. El segundo ca-pítulo es también una extensa nota al pie, orientadahacia la emergencia de la idea de “latinidad”, y ligadofundamentalmente a Local Histories/Global Designs. Yel tercer capítulo continúa la reflexión a partir de laexterioridad, del pensamiento fronterizo, de la opciónde-colonial, orientada hacia el pensamiento y la ac-ción indígena, afro-latina y latina en Estados Unidos.El “soy donde pienso” aparece con mayor fuerza eneste capítulo.

NMT: Tus trabajos han provocado mucha controver-sia en el medio académico de los latinoamericanistas de losEstados Unidos, mientras que en América Latina han go-zado de una mejor aceptación. ¿A qué atribuyes estefenómeno?

WM: Es así, pero no tan así. Me explico. Hay doscosas que tenemos que contemplar aquí. Una es queel proyecto mismo modernidad/colonialidad/decolo-nialidad provoca incomodidades en algunos sectoresy de ahí las críticas. ¿De dónde vienen esas críticas?Compleja la situación, pero, simplificando, delposmodernismo, de los estudios culturales latinoame-ricanos en USA y del marxismo. Estas críticas las en-cuentro aquí, en América del Sur, pero también enEspaña. Allí el asunto fue evidente en un seminariode verano de la Universidad Complutense organizadopor Heriberto Cairo Cairo, quien comulga con nues-tras ideas. Pero en el seminario había un grupo de jó-venes doctorandos, defendiendo la sociología marxista,y haciendo críticas fuertes. Luis Carlos Castillo Gómez,profesor de la Universidad del Valle, cayó también en

la volteada. Está también Nina Pacari, cuyos argumen-tos (bien fuertes, refiriéndose a las relaciones entre mo-vimientos indígenas y la izquierda marxista en Ecuador)eran paralelos a los de Luis Carlos y a los míos, perono la atacaban a ella. En fin, en América del Sur essimilar. Las críticas vienen por lo general delposmodernismo periférico y del marxismo colonial. Sinembargo, en los Estados Unidos tanto el proyectomodernidad/colonialidad/decolonialidad como mispropios trabajos son bien recibidos por estudiantes delTercer Mundo, por un sector del pensamiento latino ypor la intelectualidad afro-caribeña. Y en América delSur por sectores intelectuales que tienen una sensibi-lidad política semejante.

¿A qué atribuyo esto? Al hecho de que el proyec-to modernidad/colonialidad es crítico tanto de la de-recha como de la izquierda. Se posiciona frente a lasideologías imperiales, racistas, sexistas y no comulgacon la izquierda marxista. Esto es: el pensamientodecolonial es desobediente tanto epistémica comopolíticamente. Ahora bien, más allá de eso, en cuantoa las críticas a mi propio trabajo (acá, allá y acullá) yano sabría decirte. Pueden ser cuestiones personales,cuestiones de sensibilidad, la manera en que presentolos argumentos, no lo sé. No sabría decirte a qué sedeben las críticas, pero sí sé que, en parte, es por mivinculación con el proyecto modernidad/colonialidad.Con esto no me quiero escabullir, sino distinguir entrelas críticas al proyecto, por un lado, y las críticas per-sonales, por otro. Interconectadas, claro está.

195NÓMADASMALDONADO-TORRES, N.: WALTER MIGNOLO: UNA VIDA DEDICADA AL PROYECTO DECOLONIAL

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