política exterior de israel

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Política exterior de Israel Author(s): Mordekhai Shneerson Source: Foro Internacional, Vol. 2, No. 3 (7) (Jan. - Mar., 1962), pp. 391-407 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27737007 . Accessed: 15/06/2014 00:34 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org This content downloaded from 185.44.77.34 on Sun, 15 Jun 2014 00:34:46 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Page 1: Política exterior de Israel

Política exterior de IsraelAuthor(s): Mordekhai ShneersonSource: Foro Internacional, Vol. 2, No. 3 (7) (Jan. - Mar., 1962), pp. 391-407Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27737007 .

Accessed: 15/06/2014 00:34

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Page 2: Política exterior de Israel

POL?TICA EXTERIOR DE ISRAEL

MORDEKHAI SHNEERSON

Embajador de Israel en M?xico

El estado de Israel acaba de celebrar el d?cimotercer aniver sario de su independencia pol?tica, no obstante que al pueblo que lo concibi? y construy? le llev? milenios de historia, de tradici?n cultural y religiosa. Hay una tendencia frecuente de considerar a Israel como resultado de un milagro. Algu nos atribuyen este extra?o y raro fen?meno del regreso de un

pueblo a su tierra ancestral despu?s de miles de a?os de exi lio a los impenetrables caminos de la Providencia, a una pro

mesa dada por Dios y expresada en las Sagradas Escrituras. Es cierto que la Biblia, que ha llegado a ser una fuerza viva en la conciencia del pueblo jud?o, ha ejercido una profunda influencia en su renacimiento nacional, pero nada hubiera sido logrado si la promesa del cielo y el verbo de los profetas no hubieran sido ayudados por las propias realizaciones del hombre.

Otros, olvidando el pasado y efectuando un brinco a trav?s de los siglos, encuentran el origen del nuevo estado en una amable y por s? misma importante declaraci?n de un Ministro de Relaciones Exteriores Brit?nico, o en una decisi?n votada en las Naciones Unidas. Es verdad desde un punto de vista formal y me encuentro lejos de menospreciar esos documentos o negar su importancia legal o internacional. Pero atribuir a ellos valor trascendental, ver en ellos la fuente profunda, la verdadera base del renacimiento nacional jud?o, ser?a prueba de un punto de vista estrecho y err?neo.

La verdad es que el estado de Israel es el fruto de una creaci?n nacional genuina y aut?ntica, el resultado de un

movimiento de renacimiento nacional que tiene profundas ra?ces en la historia y en la conciencia de los jud?os. Israel no es ni un milagro, ni un extra?o y anormal fen?meno que no

puede ser concebido en normas humanas o

explicado en t?r

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39^ MORDEKHAI Shneerson FI II_3

minos hist?ricos conocidos por la evoluci?n pol?tica de otras naciones. Aunque diferente en sus or?genes y desarrollo es el final de un proceso que puede ser situado dentro del alcance

y en el marco del despertar del nacionalismo en Europa en el siglo xix.

En vista de que no creo que sea posible o justificado di vorciar la pol?tica exterior de cualquier pa?s de las corrientes m?s profundas de su sentimiento nacional y sus

aspiraciones,

y que ser?a f?ctil e infructuoso tratar de definir las tendencias

generales de las relaciones exteriores in vacuo, sin relacionar

las a sus m?s rec?nditos esfuerzos, esp?ritu y prop?sito, ten

dr? que dedicar por lo menos algunas palabras a estas carac

ter?sticas especiales de Israel, que son los m?viles profundos de su pol?tica exterior.

Israel ha sembrado sus ra?ces en el Oriente Medio, una

regi?n que desde el punto de vista pol?tico, social y econ?mi co se encuentra en medio de una transformaci?n revoluciona

ria que est? cambiando su fisonom?a secular. Arrastrada de un extremo al otro por los aires violentos de un nacionalismo

joven y agresivo, el Medio Oriente ve desmoronarse sus viejas estructuras econ?micas y sus tradiciones sociales sin que las

reemplacen nuevas formas. El pasado ha perdido su encanto

y atractivos, ya no responde m?s a los desaf?os de la vida

moderna, pero el futuro est? todav?a envuelto en la incerti dumbre. Cierto es que la ?lite intelectual, la gente joven que ha sido entrenada y educada en las escuelas y universidades de Europa y Norteam?rica han sido testigos de las realizacio nes y del desarrollo de las sociedades modernas y se han com

penetrado con el deseo de elevar a sus propios pa?ses del estan

camiento del pasado. Pero c?mo, por qu? medios, a trav?s de

qu? procesos, esto es algo que los l?deres, los gu?as espirituales de estos pueblos

no han visto claro, ni ellos mismos, ni lo han

hecho ver a las masas. La ignorancia, la miseria, las enferme

dades est?n todav?a ah? y la conciencia de su incapacidad has ta el momento de promover r?pidos cambios, de librarse de los azotes que han plagado al Cercano Oriente durante centurias,

provoca un resentimiento, una sensaci?n de frustraci?n en las

masas y socava la estabilidad pol?tica de la regi?n.

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FI II_3 Pol?tica Exterior de Israel 393

La situaci?n es tanto m?s grave y sus consecuencias tanto

m?s serias debido a que la lucha nacional tiene lugar en una

regi?n cuya importancia estrategia es primordial. Por su situaci?n geogr?fica, el Cercano Oriente ?encruci

jada de tres continentes?, centro de comunicaciones a?reas,

terrestres y mar?timas, flanco sudoriental de la Europa Occi dental y vecino cercano de la gran masa continental de la

Uni?n Sovi?tica es, sin duda alguna, uno de los puntos m?s vulnerables del globo y recientemente ha llegado a ser un pre mio de contienda en la lucha pol?tica de los dos bloques en

competencia.

Es en este tumulto, en medio de este engranaje de intereses en conflicto, donde se ha establecido el estado de Israel, y es,

por lo tanto, obvio que los problemas esenciales, b?sicos de nuestra pol?tica exterior est?n relacionados a la situaci?n im

perante en el Medio Oriente y que sus metas y prop?sitos est?n

dirigidos a crear las condiciones operantes que le permitir?n una integraci?n completa y pac?fica en la regi?n.

Por lo tanto, tratar? en la segunda parte m?s tarde este

aspecto fundamental de nuestra pol?tica exterior.

Ahora bien, ?cu?les son, a mi manera de ver, las peculia ridades que definen y diferencian el movimiento de renaci

miento nacional jud?o a las cuales me refer? anteriomente? En primer lugar, el hecho de que en sus principios el rena

cimiento nacional hebreo estuvo situado fuera de las fronte ras del estado, mientras que para cualquier otro pueblo el

problema de su independencia cuando estaba sometido a un

yugo extranjero consist?a en liberarse de las cadenas opresoras y que esta libertad nacional era como el toque final. El pro ceso para el pueblo jud?o era a la inversa. Fue necesario

primeramente traer al pueblo

a su tierra ancestral, colocar

las bases y construir empe?osamente el pa?s antes de lograr su

independencia. Comprendo que es dif?cil para un no israel? captar o com

prender una evoluci?n tan diferente a la de las dem?s nacio nes. En Israel, la formaci?n del campesino, del t?cnico y del

soldado precedi? a la del ministro o la del embajador. He aqu?

un pueblo ?parafraseando

a Pascal? cuya cir

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394 MoRDEKHAi Shneerson FI II?3

cunferencia est? por doquier y cuyo cono no est? en ning?n lado, y cuyas aspiraciones para asumir su propio destino y para dar expresi?n original a su cultura no puede realizarse sin

lograr primero construir una sociedad normal, asegurar con

diciones de una existencia propia, moldeada y defendida por ?l mismo, en otras palabras, fundar y construir una

patria. La consecuencia de este hecho es que el estado de Israel

no pudo limitar sus metas a los jud?os que se encontraban ya en el pa?s; ten?a que dar la posibilidad a los jud?os que han sufrido persecuciones, discriminaciones, de encontrar al fin

abrigo seguro, un final a sus peregrinaciones. Otro aspecto que es caracter?stico del Israel moderno es su

lucha contra una naturaleza est?ril, cruel e inexorable. El renacimiento nacional jud?o tuvo dos tareas esenciales por realizar: infundir un nuevo esp?ritu a la gente y revivir y ha cer fructificar la tierra. Centurias de abandono, m?todos de

explotaci?n que databan de los tiempos medievales empobre cieron el suelo, destruyeron los bosques, dejando los desiertos intactos y los pantanos sin secar. La tierra en donde la leche y la miel flu?an lleg? a ser uno de los m?s pobres e insalubres rincones del Imperio otomano. Para asentar a los nuevos in

migrantes, para encontrarles fuentes de trabajo, para conver

tirlos en una moderna y pr?spera comunidad y para asegurar les un nivel de vida normal, fue necesario declarar una guerra sin cuartel a esa esterilidad y a esa desolaci?n. Fue, y todav?a lo es, un desaf?o al que hay que hacer frente si no se quiere que toda la obra sea condenada a la futilidad y al fracaso. Deb?a hacerse retroceder el desierto; los pantanos deb?an ser

secados; nuevas industrias deber?an ser construidas y desarro lladas nuevas fuentes de trabajo; nuevas formas de explotaci?n y de organizaci?n agr?cola deb?an ser planeadas. Y entonces

todas las fuerzas vitales de la naci?n, todas sus energ?as y todo el caudal de inventiva y de ingenio fueron dirigidos

hacia esta formidable tarea.

Es verdad que una sustancial ayuda financiera llegaba del

extranjero, pero ninguna cantidad de d?lares o libras hubiera

logrado el resultado esperado si la gente no estuviera dispuesta a enfrentarse al duro trabajo y al sacrificio; si no existiera

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FI II_3 Pol?tica Exterior de Israel 395

una nueva m?stica del desierto, tan diferente a la de los ro

m?nticos disc?pulos de Lawrence. La actitud israel? hacia el desierto es de otra clase, busca hacerlo desaparecer, reempla zar el amarillo de las arenas por el verde de los campos. Pero no hab?a escuela donde se pudieran aprender estas lecciones, as? que tuvimos que hacerlo nosotros mismos por improvisa ci?n y a veces a trav?s de graves errores y de fracasos parciales.

En el curso de los a?os, a trav?s de experimentos y prue vas sucesivas, ganamos experiencia en varios campos de la pla nificaci?n agr?cola, en la irrigaci?n de tierras ?ridas, en la

organizaci?n cooperativa de la industria, etc?tera. Pero cualquiera que sea nuestra satisfacci?n con los resul

tados del pasado, estamos conscientes de las enormes dificul tades a las que tenemos que hacer frente hoy en d?a. Alrede dor de un tercio del territorio del peque?o Israel es todav?a un

desierto desolado y sediento en espera de agua y de las exper tas manos de campesinos y trabajadores que lo abran al cul tivo y a la colonizaci?n. Grandes y amplios planes est?n listos

para una m?s moderna industrializaci?n del pa?s; para la

expansi?n y diversificaci?n de su agricultura. La ejecuci?n de estos proyectos contin?a a pesar de las dificultades, pero es indudable que la dura y desafiante tarea de revivir una tierra abandonada por milenios podr?a ser lograda mucho m?s f?cilmente y con mejores resultados si la paz prevaleciese en el Oriente Medio y si una atm?sfera m?s tranquila y serena de entendimiento internacional reinase en el mundo. Tal como est?n las cosas, y para hacer frente a las amenazas ?rabes y a su hostilidad, debemos dedicar grandes sumas de dinero y un

potencial humano de por s? escaso a la defensa de las fronte ras del pa?s. ?Qu? gran p?rdida es ?sta y cu?nto necesitamos estos recursos ya de por s? limitados para el trabajo de recons trucci?n y redenci?n del suelo 1 Solamente aquellos que han visto los yermos de N?guev y las grises y pedregrosas colinas de Galilea pueden comprenderlo.

Ocupados en una empresa de paz necesitamos paz a nues

tro alrededor.

El r?pido desarrollo del pa?s, el crecimiento de su econo

m?a, el agudo aumento de su poblaci?n, han creado nuevas

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necesidades en el campo de las relaciones comerciales de Israel. A pesar de ser un peque?o pa?s de dos millones doscientos mil

habitantes, compramos anualmente en los mercados extranje ros mercanc?as por valor de 700 millones de d?lares. Nuestra

propia producci?n, tanto industrial como agr?cola, aumenta de a?o en a?o; es, por lo tanto, indispensable encontrar nue

vos mercados para esta producci?n, al mismo tiempo que necesitamos extender y diversificar nuestras fuentes de abas tecimiento. Ya desde el punto de vista material, pol?tico o

espiritual tiene Israel un inter?s primordial de establecer rela

ciones, lo m?s amistosas posibles, con todas las naciones, tanto

antiguas como nuevas, para un intercambio mutuamente pro

vechoso. Y se puede entonces afirmar, sin duda alguna, que Israel, quiz?s m?s que cualquier otro estado, desea una coexis

tencia pac?fica y un mejor entendimiento entre las naciones.

Esto nos conduce al muy importante tema de nuestras re laciones con los j?venes estados independientes de Asia y

?frica. El despertar de estos dos continentes, ricos en cultura

y tradici?n, llenos de un vigor joven y de energ?a, encauzados a una nueva vida de independencia y libertad, ha tenido ya un tremendo impacto en el mundo actual y est? encaminado a tener una influencia a?n m?s grande en el futuro. Es uno de los procesos revolucionarios m?s decisivos del siglo xx, o el m?s decisivo, que puede cambiar la fisonom?a social y pol? tica del mundo tal como lo conoc?amos.

El colonialismo vivi? su vida y est? desapareciendo para no

levantarse m?s. Ya ha pasado la ?poca en la que el concierto de las naciones estaba integrado por algunos pueblos de Eu

ropa y Am?rica. Los pueblos de ?frica y de Asia, oprimidos durante siglos,

se han alzado a la arena internacional y ocupar?n ah? luga res de honor.

Israel, producto ?l mismo de un largo padecimiento provo cado por la discriminaci?n racial y la persecuci?n, tiene una

profunda comprensi?n hacia la lucha de los pueblos de Asia

y ?frica, hacia su liberaci?n e independencia y hacia su esfuer zo por romper las cadenas del pasado y encauzar a sus pa?ses

por el camino del progreso.

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Para los pueblos que han vivido bajo el dominio colonial, la independencia es un fin en s? mismo; pero una vez lograda encuentran que es s?lo el principio de las m?s duras pruebas

que se encontrar?n en el camino. ?Puede el joven inexperto estado mantener la cohesi?n una vez que el mandatario ex

tranjero se ha ido? ?C?mo, por qu? medios y con qu? pronti tud pueden los pueblos librarse de la miseria, de la ignoran cia y de la enfermedad? Ya que, de no hacerlo, la indepen dencia pol?tica

no es sino una cascara vac?a.

Todas ellas tienen la grave preocupaci?n de convertir su reci?n ganada soberan?a pol?tica en real y v?lida, consiguien do la independencia econ?mica y elevando el nivel de vida de las masas. Israel puede ofrecer una contribuci?n, por peque?a que sea, a la soluci?n de estos problemas. En la experiencia israel? podr?an ellas encontrar algunas respuestas a cuestiones

tan vitales como: qu? formas de planeaci?n agr?cola y organi zaci?n cooperativa son las m?s apropiadas para un pa?s con recursos limitados; qu? m?todos de industrializaci?n aplicar a una econom?a subdesarrollada; c?mo en una sociedad libre

organizar sin fuerzas coercitivas las masas laborales de la naci?n.

Aunque Israel es un pa?s peque?o y pobre tiene una valio sa reserva de experiencia y conocimientos pr?cticos, tal como

generalmente se encuentra en pa?ses poderosos y m?s alta

mente desarrollados. Este conocimiento, estas experiencias las ofrecemos libremente, poni?ndolas con la mejor volun tad a la disposici?n de los nuevos estados soberanos de Asia y

?frica.

Nos damos plenamente cuenta de la enormidad, de la com

plejidad y de la dificultad de los. problemas a los que se en

frentan estos pueblos ?y bien sabemos cuan limitados son nuestros recursos, cuan escasos nuestros medios?; por lo tan

to, nos acercamos a esta cuesti?n con debida modestia y no

pretendemos aseverar que estamos capacitados para resolver

todos estos problemas, ni ofrecer una panacea para todos los

males. Lo que es m?s, no tomamos la pose de gu?as y maes

tros dando un consejo infalible desde las alturas del Olimpo. Nuestra contribuci?n es por fuerza relativamente peque?a,

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pero la experiencia que hemos ganado estamos dispuestos a

compartirla en un pie de igualdad y de esfuerzo com?n. Y es as? que en los ?ltimos siete a?os hemos establecido

relaciones cercanas y amistosas con la mayor?a de los j?venes estados en Asia Sudoriental y ?frica Occidental y Central. Estas relaciones han encontrado expresi?n cada vez mayor en

varios campos del esfuerzo econ?mico y cultural, asumiendo tres formas.

Primera: Israel ha puesto a disposici?n de los gobiernos de estos pa?ses los servicios de t?cnicos, cient?ficos y especia listas en varios campos de actividad. Para dar unos cuantos

ejemplos t?picos basta se?alar que Birmania ha invitado alre dedor de 70 t?cnicos israel?es ingenieros, expertos en la planea ci?n de ciudades, t?cnicos agr?colas, personal para manteni

miento de aviones y algunos otros. Catedr?ticos israel?es dan clase en el Colegio Tecnol?gico de Ghana, mientras que otros

expertos ayudan en la sanidad p?blica, en servicios estad?sti

cos, financieros y agr?colas. Lo mismo puede decirse de otros

pa?ses, como Nigeria, Liberia, Senegal, Mali, Vietnam del

Sur, etc?tera.

La segunda forma de esta cooperaci?n ha sido la prepara ci?n en Israel de estudiantes asi?ticos y africanos, as? como de

empleados al servicio de sus gobiernos. El n?mero total de per sonas que han sido preparadas alcanza varios cientos, habiendo sido organizados para ellos diversos seminarios y cursos espe ciales sobre diferentes campos de labor econ?mica y social.

La tercera ha sido la fundaci?n de empresas comunes, como por ejemplo, la empresa mar?tima conjunta en Ghana, o la Compa??a Nacional Ghanense de Construcci?n, fundada en cooperaci?n con una compa??a israel?. El principio funda

mental de estas empresas conjuntas es que la mayor?a de las

accionas pertenecen a los socios locales, con libertad de redi mir en cualquier momento la parte israel? y cuyo objeto prin cipal es el de entrenar al personal local para que gradual

mente se haga cargo de las funciones de los t?cnicos facilitados

por las compa??as israel?es. A pesar de las diferencias sociales y culturales, Israel puede

servir como una "planta piloto", como un ejemplo instructivo

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del arte de resolver con pocos recursos grandes problemas. La asociaci?n con Israel no expone a los reci?n emancipados esta

dos al riesgo de caer bajo el gobierno de una gran potencia, y sus peque?as dimensiones lo hacen para ellos m?s familiar. Ne cesitan los conocimientos t?cnicos especializados que se pueden encontrar generalmente en los estados altamente desarrollados,

pero los necesitan traducidos a una escala menor y m?s acce

sible. M?s a?n, Israel es una comunidad intensamente demo cr?tica que ha demostrado que los problemas t?cnicos y sociales

pueden ser resueltos sin sacrificar la libertad personal y la

independencia pol?tica. Para que no parezca que es una interpretaci?n dada por

nosotros, quisiera citar dos opiniones de representantes de

aquellos pa?ses, una que es la del Director del Departamento de Obras P?blicas de Vietnam del Sur y la otra de un oficial

senegal?s de alto rango. Durante una entrevista, el funcionario vietnam?s dijo lo

siguiente: "Pas? dos meses en los Estados Unidos en una gira de estudio, visit? muchas ciudades y, al finalizar, me pregun taron qu? pensaba yo de los Estados Unidos y contest? que era maravilloso, fabuloso, fant?stico. Entonces me pregunta ron qu? era lo que yo hab?a aprendido y les dije: nada. Ve

usted, Estados Unidos es demasiado grande para nosotros. El

proyecto m?s peque?o que vi costaba millones. Israel est? m?s cercano a los problemas que tratamos de resolver."

Y el oficial senegal?s expres?: "Naturalmente que muchos de nosotros nos sentimos muy

impresionados por el experimento sovi?tico. Es un camino

muy tentador para una modernizaci?n r?pida de los pa?ses subdesarrollados, pero no podemos aceptar los m?todos coer

citivos que los acompa?an... la mayor?a de nosotros estamos

ansiosos de conservar los principios b?sicos de la sociedad de mocr?tica. En Israel vemos a toda una naci?n trabajando in

tensamente por las mismas metas y bajo un sistema democr?ti

co de gobierno."

Sin embargo, nuestros vecinos ?rabes en su propaganda

tratan de presentar a Israel como "un agente del imperialis mo", "un instrumento del colonialismo" y otros ep?tetos pare

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cidos. En este siglo esclarecido el lanzar injurias puede ser una potente arma pol?tica y un eficiente m?todo de propagan da. Lo concedo. Pero si deseamos elevarnos por sobre el nivel de la propaganda tendenciosa, de afirmaciones enga?osas sin base alguna, y si examinamos serenamente los hechos, la com

pleta falsedad y estupidez de estas acusaciones son obvias. Israel nunca ha estado envuelto en empresas colonialistas,

ni en la explotaci?n de otros pa?ses. No alienta ni persigue ning?n plan expansionista, ya sea pol?tico o econ?mico en Asia o ?frica. No nos inmiscuimos en sus asuntos internos, ni tratamos de imponerles ning?n sistema de gobierno, nin

guna filosof?a pol?tica. Tampoco servimos de pantalla para las ambiciones de otros, y es precisamente porque no existe en las relaciones entre Israel y los nuevos estados un peligro de tal naturaleza, que ellos pueden acercarse a nosotros, apro vechar de nuestra experiencia y trabajar en conjunto sin te

mor y sin sospecha.

Despu?s de todo, no es en los escritos del Primer Ministro de Israel, David Ben Gurion, donde se encuentran conceptos tan inquietantes como los que cito a continuaci?n tomados de un libro tan bien conocido e intitulado; La filosof?a de la re

voluci?n. "Si cualquier persona me dice que el lugar para m? signi

fica esta capital en donde vivimos, difiero de ?l, y si alguien me dice que el lugar para nosotros significa las fronteras pol? ticas de nuestro pa?s, tambi?n difiero..."

"Si consideramos el segundo c?rculo ?el continente afri cano? no

podemos permanecer apartados del terrible con

flicto sanguinario que contin?a existiendo en la actualidad entre cinco millones de blancos y doscientos millones de afri canos. No podemos

hacerlo por una importante raz?n: esta

mos en ?frica. Los pueblos de ?frica continuar?n busc?ndo nos a nosotros, que guardamos

su puerta al norte y que

constituimos su lazo con el mundo exterior."

Israel no sufre de tal megaloman?a, nosotros no abrigamos

plan tan gradioso y no nos consideramos ni los guardianes ni

los gu?as de los pueblos africanos. Extendemos nuestra mano

hacia ellos en son de amistad, porque deseamos su amistad,

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FI II-3 Pol?tica Exterior de Israel 401

ofreci?ndoles la nuestra sin ningunos hilos pol?ticos o econ? micos.

Y no es porque Israel, a trav?s de su propia experiencia original, puede mostrar un camino de desarrollo y organiza ci?n diferente a las f?rmulas pseudouniversales, pregonadas por ciertos estados, que se nos pueda acusar de colonialistas.

En este caso particular podr?amos preguntar con raz?n a qu?

pie se acomoda mejor el zapato del colonialismo. Habiendo tratado el aspecto de las relaciones de Israel con

los nuevos pa?ses de Asia y ?frica, no puedo pasar en silencio en esta oportunidad la cuesti?n de nuestros v?nculos de amistad con los pa?ses de Am?rica Latina en general y con M?xico en

particular. La situaci?n de la Am?rica Latina no es comparable con la

de ?frica y Asia. No ser?a justo el llamar a los pa?ses de este continente subdesarrollados; los problemas a que se enfrentan son de otra ?ndole.

Israel puede aprender mucho de los m?todos y de la expe riencia de pa?ses como M?xico, Brasil, Argentina y algunos otros, que en las ?ltimas d?cadas han alcanzado progresos es

tupendos en el desarrollo de su industria y de su econom?a. En algunos ramos pensamos que los alcances de Israel pue

den ser de inter?s en estos pa?ses y, por lo tanto, existe la base

para un intercambio de ideas y conocimientos que pueden ser

provechosos para ambas partes.

Mencion? hace unos momentos el volumen de las compras efectuadas por Israel anualmente en los mercados extranjeros y estoy convencido que podemos encontrar en Am?rica Latina fuentes de abastecimiento: en materias primas, en productos

manufacturados que Israel puede comprar en grandes canti

dades.

No queda excluida la posibilidad de exportar a estas na

ciones cierta cantidad de productos israel?es. Otra fase de la actividad que tiene para nosotros un valor

especial es la del intercambio cultural. Israel es una amalgama de hombres y mujeres que han

llegado de numerosos pa?ses, hablando idiomas distintos y conservando las tradiciones culturales que han absorbido en

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sus pa?ses de origen. Con todo el esfuerzo que se hace para integrarlos en el renacimiento cultural hebreo, no queremos perder el contacto que siempre se ha mantenido con los teso ros espirituales y culturales de otras naciones.

Deseamos enriquecer nuestra vida con todo lo mejor, lo m?s elevado que han creado otras civilizaciones en el campo art?stico, moral y cient?fico, y es por ello que damos especial importancia al intercambio cultural.

La Am?rica Latina, y particularmente M?xico, es una de esas fuentes de inspiraci?n. No escatimaremos por ello esfuer zo alguno para estrechar m?s a?n los lazos de amistad exis tentes y ampliar los horizontes para un mayor conocimiento

y una mejor comprensi?n. Llego ahora a la cuesti?n, importante por cierto, de nues

tras relaciones con los vecinos pa?ses ?rabes, o mejor dicho, a las posibilidades que vemos de poner fin al presente conflicto

y de establecer relaciones pac?ficas y amistosas de coexistencia entre ellos y nosotros.

Ya he dicho al empezar estas l?neas que el Medio Oriente se encuentra en nuestros d?as en una fase de transformacio

nes nacionales revolucionarias; ser? el ?ltimo en menospre ciar la fuerza, el valor hist?rico y moral del despertar del nacionalismo ?rabe. Es natural que estos pueblos de un pasa do glorioso, de una civilizaci?n original, aspiren como todos los dem?s a liberarse de la tutela extranjera que tanto tiempo ha pesado sobre ellos, para llegar finalmente a una indepen dencia pol?tica, econ?mica y cultural. No hay ninguna raz?n

por la cual el Medio Oriente se escape a la ola que invade a

todos los dem?s continentes. Pero es tambi?n verdad que sobre el an?lisis que se hace

de este movimiento, por as? llamados expertos, se han injer tado algunas ideas err?neas que no est?n apuntadas

en nin

g?n hecho; es as? que nos presentan el Cercano Oriente como una regi?n puramente ?rabe. Nada est? m?s lejos de la ver

dad. Esta ?rea es un mosaico de Estados, nacionalidades, reli

giones, minor?as, que no pueden ser llamadas ?rabes por m?s

esfuerzos de la l?gica o de la imaginaci?n. Est?n por ejemplo

Turqu?a e Ir?n, estados musulmanes, pero no ?rabes; est? la

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cristiana Etiop?a, est? la Israel hebrea. Hablar por lo tanto

de la religi?n que se extiende del Atl?ntico hasta el Golfo P?rsico como el dominio de la naci?n ?rabe es meramente una

met?fora. Dentro del propio mundo ?rabe hay un caleidosco

pio de minor?as raciales y religiosas, las cuales no constituyen un factor de unidad. Los curdos en Iraq (4 millones), los ala ouitas en Siria, los drusos, los armenios, las comunidades cris tianas y las sectas musulmanas disidentes. El hecho es que el

Medio Oriente nunca ha sido, y no lo es tampoco ahora, una zona ?rabe uniforme y homog?nea.

Mi segunda observaci?n se refiere a la opini?n expresada por los mismos as? llamados expertos, que vieron en Israel la fuente de todas las dificultades de esa regi?n y la nota discor

dante en la pretendida armon?a del Cercano Oriente. Para probar la falsedad de este punto de vista basta recor

dar los conflictos que se sucedieron en los ?ltimos cinco a?os en esta regi?n y que la mantuvieron en un constante estado

de agitaci?n y tensi?n. La hostilidad entre El Cairo y Bagdad, los disturbios en L?bano y Jordania, las tirantes relaciones entre Egipto y T?nez, en todo esto Israel no tuvo participa ci?n alguna.

Sin embargo, las condiciones de la vida econ?mica moder

na, el desarrollo prodigioso de las v?as de comunicaci?n, obli

gan a los estados a agruparse en conjuntos m?s amplios. Esta

mos asistiendo a fen?menos similares en Europa y en Am?rica

Latina y no hay ninguna raz?n v?lida para que el Cercano

Oriente est? fuera de esta tendencia ineludible.

En este sentido, el idioma com?n, la religi?n, la tradici?n

hist?rica son factores unificadores, pero deducir de estas pre misas que la unidad ?rabe puede ser impuesta a los diversos

estados, o que todo el Oriente Medio con su textura multina

cional, multidiom?tica, multirreligiosa, puede o debe rendir

se a la hegemon?a de un solo estado ?rabe o a un l?der, es una

idea irrealizable, llena de peligros, tanto para la estabilidad

y la paz de esta regi?n como del mundo entero.

Esta tendencia a una cooperaci?n regional debe ser el re

sultado de un lento desarrollo natural basado en el respeto a

la soberan?a e independencia de las diversas unidades naci?

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nales que integran la regi?n. Mientras que persista la pol?tica de tratar de poner en vigor tal unidad bajo la ?gida de un solo

estado, ya sea por intervenci?n directa o por agresi?n indi recta y subversi?n, con un desprecio abosluto por los derechos soberanos de otras naciones, no puede haber paz o estabilidad en el Oriente Medio. Hemos conocido en la historia otros

ejemplos de intentos de unificaci?n por la fuerza, ya sea manu militari o por medio de estratagemas pol?ticas, pero to dos ellos han fracasado, y donde hombres y naciones m?s po derosos han fallado, no hay raz?n para pensar que un l?der m?s d?bil y menos capaz pueda tener ?xito.

Los principios de autodeterminaci?n y no intervenci?n en los asuntos internos de otros pa?ses, son las ?nicas bases sobre las cuales puede construirse una sana y firme pol?tica progre sista, ya sea en el Medio Oriente o en cualquier otra regi?n del mundo. Israel es parte inseparable de esa ?rea. No es un intruso: es un trozo que estuvo incrustado en el gran

bloque del Antiguo Oriente. Es una realidad viviente, firme mente enclavada en su suelo.

i Estimamos entonces que cualquier pol?tica equilibrada y razonable debe tomar en cuenta la fuerza y el lugar de Israel en la regi?n. El verdadero problema no reside en este con

flicto absurdo encre nosotros y nuestros vecinos. El mundo ?rabe sufre hoy como ayer, de un mal profundo, de un com

plejo que resulta entre la antinomia que existe entre las for mas sociales, las estructuras econ?micas, casi feudales, y el

deseo sordo de las masas de abrirse horizontes m?s vastos, de una mayor producci?n y de un progreso a la medida del si

glo xx.

Es en esta contradicci?n entre las aspiraciones y las posi bilidades de satisfacerlas, entre la meta y sus realizaciones, donde hay que buscar las ra?ces de la inestabilidad. Hecho el

diagn?stico, el remedio es claro. Hay que ayudar a estos pue

blos a salir de la ignorancia, a elevar su nivel de vida, asegu

rarles un m?nimo de educaci?n compatible con la dignidad del hombre y las necesidades de la vida moderna.

En tal empresa, Israel, que en los ?ltimos trece a?os se ha

esforzado por construir una sociedad estable y progresista,

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puede dar una contribuci?n nada despreciable. Queremos y necesitamos la paz con nuestros vecinos, pero pensamos que tambi?n es una necesidad para ellos, por m?s renuentes que est?n a admitirlo. Significar?a el final de la carrera armamen

tista, ruinosa y sin sentido que obliga a ambas partes a dila

pidar sus limitados recursos en armamentos modernos que necesitan ser reemplazados constantemente. Reestablecer?a la

libertad de comunicaci?n a trav?s del Medio Oriente. Abrir?a el mercado israel? a los productos ?rabes. Una vez establecida la paz y una vez disipados los oscuros nubarrones de la mutua desconfianza y de la desastrosa rivalidad, se estar?a en libertad de utilizar todos los recursos y todas las energ?as para resolver los problemas esenciales tanto econ?micos como sociales y cul

turales de nuestra regi?n. Pero para que todo esto sea posible, para alcanzar tales metas, los estados ?rabes deben aceptar el

hecho de que Israel existe, deben entender que no puede ser

ignorado o puesto a un lado. La pol?tica de ignorar la existen cia de Israel est? completamente alejada de la realidad y es una fuente de tensi?n e inestabilidad.

Desafortunadamente por el momento, los ?rabes han esco

gido el camino del conflicto, y mientras no cambien su pol? tica y persista la amenaza, Israel tendr? que movilizar todas sus energ?as y consagrar sus esfuerzos para ser lo suficiente

mente fuerte y desanimar cualquier agresi?n posible. Nuestro

prop?sito es la paz y nuestra esperanza m?s profunda estriba en que no est? ya lejano el d?a en que entre nosotros y nues tros vecinos prevalezcan relaciones normales y amistosas. No

estamos pidiendo nada y no estamos ambicionando nada que les pertenezca; tampoco puede esperarse que cedamos a las amenazas y que sacrifiquemos

nuestro inter?s vital.

Pero esto no significa que nos crucemos de brazos. En nu

merosas ocasiones Israel ha instado para que los acuerdos de

armisticio sean puestos en ejecuci?n concluyendo en un tra

tado de paz, y aun si no les parec?a a los estados ?rabes el

aceptar un arreglo inmediato de paz, les hemos ofrecido em

pezar negociaciones directas con el fin de tratar de encontrar

soluciones a algunos de los problemas que existen entre nos

otros. Sugerimos un acuerdo general de desarme supervisado

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por un control internacional; sin embargo, a todas estas inicia

tivas se nos ha contestado con una negativa categ?rica. Con

todo, no desesperamos en nuestros anhelos de que haya paz y concordia en el Medio Oriente y estamos convencidos que un d?a no lejano podr? construirse un puente para la paz.

El hecho de que la regi?n ha llegado a ser una de las are nas en donde se enfrentan los dos bloques en competencia no

hace la tarea m?s f?cil. Solamente si las tensiones y conflictos nacidos de la guerra fr?a disminuyen, solamente si el abismo

que en la actualidad separa a Oriente y Ocidente se acorta, ha br?n madurado las condiciones para una paz completa y dura dera entre ?rabes y jud?os. Sabemos que el peque?o estado de Israel no puede tener gran influencia en eventos de alcance

mundial, pero el conocimiento de nuestras limitaciones no

disminuye nuestro vital inter?s por la paz y la coexistencia

pac?fica. Estamos viviendo en un mundo en donde los slogans pol?ticos tienen un peso considerable. Las naciones son f?cil mente marcadas hoy

en d?a como "imperialistas"

o "neutra

listas", "comprometidas y no comprometidas", y resulta dif?cil a veces saber sobre qu? hechos se basan estas f?rmulas, qu? actos concretos las respaldan. Parece darle la impresi?n de ser un ejemplo del double talk descrito por George Orwell en su

famoso libro, y tiene uno la impresi?n de que ser clasificado en esta o en aquella categor?a depende enteramente del cali

ficativo que a la otra parte le convenga enunciar. Si uno

busca un criterio objetivo y se basa en en el sentido exacto

de las palabras, deber?a definir a Israel como un pa?s neutral. No pertenecemos ni a una ni a otra de las organizaciones militares de defensa de las potencias en conflicto. No tenemos

pactos o acuerdos militares con ninguna de ellas; no hay bases

militares, ya sea de Oriente o de Occidente, establecidas en nuestro territorio, y estamos vitalmente interesados, como creo

haber demostrado, en la disminuci?n de las tensiones existentes

y en fomentar la paz y el entendimiento internacional.

Esto, por supuesto, no significa que en la contienda ideo

l?gica adoptemos una pasiva actitud de avestruz. Educados y formados en los ideales de la libertad y el libre albedr?o del

individuo, en los principios de la democracia y esforzados eii

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alcanzar una sociedad libre basada en las ideas de la justicia social y de la dignidad del hombre, Israel no sacrificar? ni. renunciar? a la esencia misma de su existencia.

A estos principios fundamentales permanecer? fiel y leal.

Nuestro prop?sito y meta es ser los conductores de nuestro

propio destino, para continuar nuestra lucha contra una na

turaleza hostil y contra elementos adversos, con el fin de que una sociedad libre, aunque peque?a, pueda vivir en paz, pros

peridad y justicia, brindando amistad a todos y sin malicia hacia nadie.

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