lineas torcidas dr luiz carlos formiga

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LINEAS TORCIDAS Luiz Carlos D. Formiga En la MPB (Feira de Mangaio- Sivuca) encontramos el vendedor: “aprovechen la ganga que yo tengo para vender. Quien quiere comprar? Tenía humo de la multitud, frenillo de caballo, rabichola y la mecha de la lámpara. Había también una pequeña tienda en la esquina de la calle, donde el vendedor se iba animar, a picotear tomar un asado de lambu.. En aquella hora, recordaba que tenía que preparar su cepillado, más la alpargata de arrastro no lo quería llevar. Había un acordeonista haciendo luces para la turma danzar y el ronco del fuelle sin parar. ¡Difícil de resistir! ¿Fácil explicar? Oímos mas no comprendemos. Hay ruido en la comunicación. ¿Cómo explicarlos de modo general?

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LINEAS TORCIDAS DR LUIZ CARLOS FORMIGA

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LINEAS TORCIDAS

Luiz Carlos D. Formiga

En la MPB (Feira de Mangaio- Sivuca) encontramos el vendedor: “aprovechen la ganga que yo tengo para vender. Quien quiere comprar? Tenía humo de la multitud, frenillo de caballo, rabichola y la mecha de la lámpara. Había también una pequeña tienda en la esquina de la calle, donde el vendedor se iba animar, a picotear tomar un asado de lambu.. En aquella hora, recordaba que tenía que preparar su cepillado, más la alpargata de arrastro no lo quería llevar. Había un acordeonista haciendo luces para la turma danzar y el ronco del fuelle sin parar. ¡Difícil de resistir! ¿Fácil explicar? Oímos mas no comprendemos. Hay ruido en la comunicación. ¿Cómo explicarlos de modo general?

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Vamos al libro “Me vi viéndote”. Dice el autor que en una misma escena de telenovela observamos que la misma frase permite diferentes niveles de entendimiento. En la conversación se da lo mismo. Rara, rarísimas, son las personas que procuran oír exactamente lo que la otra está diciendo, como aconteció con Helen Keller que era deficiente visual. (...) Caminamos hasta la fuente, atraídas por la fragancia de la madreselva. Alguien estaba sacando agua y mi profesora colocó mi mano bajo el chorro del agua Mientras que el agua fresca fluía en una mano, empezó a deletrear la palabra agua en la otra. Primero lentamente, después rápidamente. Quede allí parada, toda mi atención concentrada en los movimientos de los dedos de ella. Súbitamente adquirí una consciencia no muy clara, como de algo olvidado, una excitación de retorno del pensamiento; y de alguna forma el misterio del lenguaje se revelo para mí. Yo sabía entonces que á-g-u-a significaba aquella cosa fresca y deliciosa que fluía por mi mano. ¡Aquella palabra viva me despertó el alma, le dio luz, esperanza, alegría, la liberó! Aún había barreras, es verdad, sin embargo esas barreras podían ser derrumbadas con el tempo. (#) Cuando la radio, el teléfono o la mente, están con ruido, el receptor no oye lo que el emisor habla. El oye lo que el otro no está diciendo; oye lo que quiere oír. El receptor no oye lo que la otra habla. El oye lo que ya escuchara antes y coloca lo que el otro está hablando con aquello que se acostumbró a oír. En una discusión no oyen, ellos oyen casi solo lo que están pensando para decir enseguida. En diversas ocasiones el receptor oye lo que le gustaría de oír que el otro dijese u oye lo que está sintiendo. Puede oír también, no lo que el otro habla, más si lo que ya pensaba a respecto de aquello que el otro está hablando o retira del otro apenas las partes que tengan que ver con él y lo emocionen. Puede también transformar lo que el otro está hablando en objeto de concordancia o discordancia. La persona no oye lo que la otra está hablando. Ella oye lo que confirma o rechaza su propio pensamiento. Hay momentos en que la persona oye lo que, por interés personal, “debe oír”; habla “lo que debe hablar”, como en reuniones

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autocráticas con ministros o con estudiantes ligados a “Unión Nacional”, privatizada por el poder, comprada con dinero público. La persona no oye lo que la otra está hablando: oye lo que puede adaptarse al impulso de amor, rabia u odio que ya sentía por la otra. En “Me vi viéndote” percibimos como es de difícil limpiar la mente de todos los ruidos e interferencias del propio pensamiento durante el habla ajeno. En la época que surgió el virus HIV hallé que la profesión más difícil era la de Microbiología. Después la de Psicólogo. Ante una cuestión sobre estupro, hallé que era la de pesquisidor en Ciencias Jurídicas. La duda era: ¿se debe aceptar el aborto para “salvar la vida” de la gestante infestada con HIV, embarazada por violación? Posteriormente tuve pena del profesor de Ética. Hoy tengo piedad de cualquier profesor que “solo piensa en aquello”, el dominio cognitivo, y no quiere “oír” a las otras inteligencias en general y en particular la “inteligencia espiritual” (QS). Ella aparece de forma explícita en los “12 Pasos” del AA. (*) El autor de “Me vi viéndote” afirma aún que puede haber conocimiento entre las dos sin que necesariamente haya comunicación. Esta solo se da cuando ambos polos se oyen, no, es claro, en el sentido material de escuchar, más si en el sentido de procurar comprender en su extensión y profundidad lo que el otro está diciendo. Este texto, por sí sólo, es un ejercicio incentivador, aunque indican otros dos. Escoja abajo el asunto que pueda motivarlo y continúe “oyendo”. ¿La “nueva generación” es un enigma para usted? (1) ¿Cree que es un gran desafío para el profesor al inicio del tercer milenio? (2) Acuérdese que el “mecanismo de defensa” introduce ensordecedor ruido en plena “audiencia”. Las personas sienten pavor inconsciente de perderse en si mismas. Sienten miedo de la necesidad de rectificación de los propios puntos he ahí librándose de lo nuevo que las aterra.

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¿Existe incompatibilidad entre espiritualidad y universidad? (3) ¿Es difícil para gobernantes y políticos oír lo que dicen en las calles? Oír es un desafío de abertura interior. Más abertura no es comportamiento de un “jefe”, poder neurótico (**), más si de líder (postura de socio). ¿Qué es la muerte? ¿El alma es inmortal? ¿La reencarnación existe? (4) Es difícil aún mismo entender a Dios. ¡Y, El aun escribe derecho en renglones torcidos! Elija el asunto: ¿”usted oye lo que el otro habla? Traducido por: M. C. R